Ulises
Tercera edición revisada
Traducción de: Marcelo Zabaloy con la colaboración de Edgardo Russo
“El método de composición de Joyce siempre me pareció más de poeta que de prosista. Sus palabras estaban ya en su mente antes de encontrar la forma definitiva en el papel. Constante e infatigable, perseguía la solución de algún problema de correspondencia homérica, o de expresión técnica, o algún rasgo de carácter de Bloom o cualquier otro personaje del Ulises. O necesitaba algún hecho fisiológico que le diera la clave de alguna parte de su épica del cuerpo humano. Estaba permanentemente mirando o escuchando, en busca de un hecho o una palabra, y creía muchísimo en su suerte. Lo que necesitaba vendría a él. Lo que recogía le sería útil en el momento y el lugar adecuados. Y como en cierto sentido el tema del Ulises es la vida en su totalidad, la variedad de materiales que necesitaba para construirlo era infinita. No estaba escribiendo el Ulises en Dublín en 1904, pero lo que veía o escuchaba en Zúrich en 1919 le servía igualmente, ya que las formas de la vida permanecen constantes, sólo cambian la ropa y las costumbres.”
Frank Budgen
“Ulises es un laberinto al que se puede ingresar por cualquier lugar, una vez que nos hemos interiorizado del plan general y su resolución. Es uno de los escasísimos libros que se puede leer en cualquier momento, enriqueciéndolo de una manera única, y a diferencia de esos volúmenes con los que hay que lidiar en la biblioteca, es un libro para la mesita de luz. Decir que hay que convivir con él no es hacer una reivindicación arbitraria y tendenciosa, sino sencillamente señalar con objetividad que hay en él suficiente carne como para toda la vida.”
Anthony Burgess
“Cada uno de los dieciocho capítulos del Ulises posee su técnica propia, que requeriría un análisis especial. Sin embargo, todos tienen un rasgo común: cada pasaje, cada frase, cada fragmento sólo se vuelve inteligible si es puesto en relación con otros. También aquí se muestra la afinidad que posee la obra de Joyce con la música. Hay que leer el Ulises como una partitura; podría incluso imprimirse como tal. Para entender realmente el Ulises, habría que tener presente toda la obra al leer cada frase, exigencia que roza lo imposible. Pero, qué significa esto, comparado con la energía y potencia espiritual que tuvo que emplear el autor, al forjar esta densa obra, para tener presentes en cada momento de su concepción y ejecución las innumerables relaciones que se establecen entre sus elementos, y anudarlas en un conjunto coherente. Sólo considerado desde este punto de vista, el Ulises se nos aparece como una obra gigantesca y literalmente incomparable. ”
Ernst Robert Curtius
“Joyce es realmente el gran poeta de una fase nueva de la conciencia humana. Como el mundo de Proust, el de Whitehead o el de Einstein, el mundo de Joyce cambia siempre según sea percibido por observadores distintos y aun en distintos momentos. Es un organismo compuesto de ‘hechos’, que puede tomarse como infinitamente completo o infinitamente pequeño; y cada uno de estos hechos presupone todos los demás y es a la vez único.”
Edmund Wilson
“Ulises es la más difícil de las novelas entretenidas, y la más entretenida de las novelas difíciles. Leerla no es suficiente; hay que hacerlo con especial atención, y volver a leerla.”
Richard Ellmann
“Joyce tomó el arte de la escritura donde lo dejó Flaubert. Desarrolló en el Ulises un proceso iniciado en Bouvard y Pécuchet, y lo llevó a un grado extremo de densidad y eficacia. [...] Allí donde Cervantes satirizó una forma de locura y un modo de expresión grandilocuente, Joyce satiriza al menos setenta, e incluye de manera implícita una historia completa de la prosa inglesa.”
Ezra Pound
“Hay que acercarse al Ulises de Joyce como el predicador bautista iletrado se acerca al Antiguo Testamento: con fe.”
William Faulkner
“Es indiscutible que Joyce es uno de los primeros escritores de nuestro tiempo. Verbalmente, es quizá el primero. En el Ulises hay sentencias, hay párrafos, que no son inferiores a los más ilustres de Shakespeare...”
Jorge Luis Borges