Pasolini por Pasolini 06 Mar 2022

La pasión según Pasolini

Perfil Cultura | Guillermo Piro

 

A diferencia de las entrevistas de muchos directores de cine, Pasolini excede el oficio, acordando con la definición de intelectual ofrecida por Susan Sontag: Pasolini es alguien que se interesa por todo. De modo que en estas entrevistas desfilan no solo el cine, y sus intenciones y necesidades, sino la poesía, la novela, la lingüística (algo que apasionó a Pasolini en los últimos años) y naturalmente la política, inseparable de cualquier disciplina y de cualquier actividad capaz de generar un discurso reflexivo.

El marxismo es, entre tantas cosas, una herramienta para interpretar el mundo, y Pasolini lo utiliza con eficacia matemática, como si en vez de lo que es, en palabras de Emilio de Ípola, una ciencia al dente, fuera una ciencia dura. Pasolini aplica el marxismo a cuestiones lejanas a la política, si es que hay algo alejado de la política. Y lo hace con la naturalidad de quien utiliza el álgebra para explicar la vida sexual de las almejas –o incluso algo más excéntrico.

Pero por sobre todas las cosas, además de lo puramente cinematográfico que involucra a las páginas que siguen, llama la atención la exagerada precisión con que Pasolini utiliza las palabras. Suele no aproximarse a lo que intenta decir: lo dice con seguridad y certeza. Cuando cree que no puede aproximarse, lo sabe de antemano, como si ya lo hubiese intentado con anterioridad y supiera que no puede con ello. Naturalmente esto es algo que el traductor no podría aseverar, pero después de haberlo pensado largamente sigue creyendo que así es. Pasolini habla como si ninguna pregunta lo tomara por sorpresa, como si todo hubiese sido ya reflexionado de antemano. Pero una persona bien educada que no quiere incomodar a su interlocutor, se expresa como si tuviera que recrear ipso facto una respuesta a una pregunta que le fuera planteada por pri- mera vez. En un par de ocasiones se niega a responder, solo porque comprende que la idea de partida entre él mismo y su interlocutor está totalmente disociada, escindida, rota. Cuando no encuentra ni siquiera un punto de contacto entre él y su interlocutor, prefiere pasar a otra cosa, no responde. La famosa sentencia de Wittgenstein acude enseguida; y sí, es pertinente. “No se puede salir del lenguaje”, dice Wittgenstein, y es una afirmación que tranquilamente podría ser de Pasolini.

No en las páginas que siguen, pero sí en las Cartas luteranas, más precisamente en el último de los textos de Cartas luteranas, en la “Intervención en el Congreso del Partido Radical”, leída en su nombre dos días después de su asesinato, Pasolini menciona a Wittgenstein dos veces: “Estoy aquí con esa pizca de voluntad e irracionalidad, y acaso arbitrariedad, que permite desplazar la realidad –tal vez con un ojo puesto en Wittgenstein– para razonar libremente sobre ella”, para añadir luego: “La lucha de clases ha sido hasta ahora también una lucha por la primacía de una forma distinta (por citar de nuevo a Wittgenstein, antropólogo potencial), es decir, de otra cultura.