Pasolini por Pasolini 23 Feb 2023

Pasolini por Pasolini

Revista Otra Parte | Marcelo Pitrola

 

En apenas quince años, de 1961 a 1975 (año en el que fue asesinado), el hasta entonces poeta, novelista y ensayista Pier Paolo Pasolini desarrolla una trayectoria intensa y prolífica como cineasta: desde sus primeras extraordinarias películas bajo el influjo poderoso del neorrealismo, como Accattone o Mamma Roma, pasando por El Evangelio según San Mateo o Teorema, hasta sus versiones de clásicos como EdipoLos cuentos de Canterbury o Los 120 días de Sodoma. En las entrevistas y conversaciones públicas reunidas en Pasolini por Pasolini, se puede seguir el pensamiento riguroso que acompaña las tensiones y mutaciones de su poética cinematográfica, pero hay tanto más que eso porque Pasolini era “mucho más que un director”, como afirma en uno de los prólogos Bernardo Bertolucci, discípulo y jovencísimo asistente de dirección de Accattone. Si bien los diálogos están centrados en su cine (el subtítulo es Entrevistas y debates sobre cine), las apasionadas reflexiones abarcan poesía, pintura, narrativa, lingüística, teatro, política.

“La Italia del norte, esa de Milán, Turín, etcétera, va con las velas desplegadas hacia una nueva era, hacia una nueva prehistoria, pero la otra mitad de Italia aún está en la prehistoria verdadera. El mundo está organizado así, y en mis obras futuras justamente trataré de tener en cuenta este redimensionamiento de la realidad italiana”, sostenía en una entrevista pública, titulada “Una visión del mundo épico-religiosa”, con estudiantes del Centro Sperimentale de Cinematografia de Roma en 1963. Así, Pasolini no sólo trazaba un cuadro de la desigual y compleja situación cultural, social, económica y política de la Italia de su tiempo, sino del futuro del país y acaso del mundo. Los diálogos están impregnados por fervores, urgencias y debates políticos y estéticos de los años sesenta y setenta italianos (los “años de plomo”). De formación católica y marxista, Pasolini por supuesto no evade ninguna discusión y siempre responde desde aquello que pueden revelar acerca de la sociedad el arte en tanto que arte, los lenguajes y géneros en su especificidad y potencia.

“El signo bajo el que trabajo es siempre la contaminación”, plantea en respuesta a la pregunta de un estudiante por la mezcla de referencias pictóricas renacentistas, música clásica y elementos de la cultura popular que hay en su cine. Ese trabajo con la contaminación va configurando lo que Pasolini llama “cine de poesía” en oposición al “cine de prosa”, aquel que se limita al relato. La contaminación como procedimiento literario ya empezaba a aparecer en sus textos poéticos de juventud (escritos en friulano, su lengua dialectal materna) y, más aún, en sus novelas. Es una búsqueda artística que está plasmada en el singularísimo ensayo experimental La Divina Mímesis (traducido y prologado por Diego Bentivegna, hace unos años, también para la editorial El Cuenco de Plata), inspirado en Auerbach y en los trabajos de uno de sus maestros, el crítico literario y especialista en Dante Gianfranco Contini.

En las entrevistas de la última etapa, aparece con insistencia la reflexión crítica sobre los medios de comunicación de masas y la preocupación por el devenir del arte como un producto de consumo más. En una conversación de 1969, Pasolini comenta que, a pesar de que siempre odió el teatro, estaba escribiendo teatro (e incluso dirigiendo) porque encontraba allí un arte que siempre apunta a un público particular y que se resiste a ser producto de consumo, una forma artística que tiene la posibilidad de cuestionar la comunicación de masas y generar así una vía de lo que llama “descentramiento democrático”. Es imposible no poner en relación estos pensamientos agudos de Pasolini con el contexto de la hipermediatización digital contemporánea y con lo que el arte y el teatro pueden ofrecer. En excelente traducción de Guillermo Piro (también autor de un clarificador segundo prólogo), estas entrevistas no sólo suman estratos al vastísimo y diverso corpus pasoliniano, sino que son portadoras de claves para pensar las siempre tensas relaciones entre arte, política y sociedad en nuestro tiempo.