Los libros sin tapas 28 Jul 2010

Felisberto, esa caja de sorpresas

La Nación | Silvia Hopenhayn

 

La ciencia tiene mejor prensa en estos tiempos de informática y cientificismo. Lo calculable parece beneficioso para pautar un destino sin imprevistos. Como si el azar se pudiera interceptar y la felicidad fuera una emoción garantizada. Surgen fórmulas para el buen vivir. Hasta un novelista como Murakami escribe un libro sobre cómo correr para mantenerse en forma. Pero ¿y si en vez de empeñarse en domar la realidad uno se metiera de lleno en la incertidumbre, no para hallar fórmulas sino para navegar en lo imposible? ¿O las palabras no están para eso?

Uno de los escritores que tuvo claro el quehacer con las palabras fue Felisberto Hernández (1902-1964), de quien ahora El Cuenco de Plata publica un libro muy raro, juguetón y metafísico, con el título Los libros sin tapas , con prólogo de Jorge Monteleone. El libro está compuesto de sus primeras narraciones, fragmentos de una prosa lanzada al espacio. Y son textos que hablan tanto del universo y de la existencia como de pequeñas cosas, gestos mínimos, costumbres y flirteos.

Libro sin tapas comienza: "A la última religión se le termina la temporada", y cuenta la historia de un muerto rebelde que fue condenado a la observación perpetua. El muerto en cuestión observa la vida de los hombres y enumera varios "porqués". Primero se pregunta "¿por qué los hombres tienen que no aburrirse?". Luego se ocupa del porqué del progreso, que se había inventado para evitar el dolor y por eso era un porqué provisorio. Cuando el muerto consigue detener los porqués, advierte que "la Tierra le parecía maravillosa, un juguete ingeniosísimo; la encontraba parecida a esos sonajeros de los niños que es necesario que los muevan para que suenen: la Tierra se movía y por eso los hombres tenían acción".

Junto al muerto observador, Felisberto inventa el testimonio de un loco lúcido, en un relato que esta edición ofrece en mini-libro facsimilar, anexado en la contratapa (no olvide reclamarlo, es literatura portátil). Se trata de "Fulano de tal", una joya literaria que se cruza con el psicoanálisis; fue escrita en la década del veinte del siglo pasado y es el monólogo de un loco a punto de fingir cordura: "?Y me quedé loco de no importárseme el porqué de nada y de no poderme entretener: todos los demás se pueden entretener y no están locos. Los que están por volverse locos y buscan el porqué del cosmos están a punto de no entretenerse".

En otro relato, "La piedra filosofal", Felisberto argumenta, desde la ficción, toda una teoría sobre la graduación. Según el narrador, el planeta está conformado por lo duro y lo blando, y todas las graduaciones entre uno y otro extremo. A diferencia de Borges, que esboza verdades acotando al máximo la precisión y el carácter alusivo de las palabras, Felisberto parece burlarse de este afán y dirime absurdidades que, para colmo, parecen ser ciertas.

Este escritor uruguayo, pianista y compositor, es siempre una caja de sorpresas. Su prosa, inclasificable, nos propone una felicidad inquietante: juega a los porqués, pero con la sardónica intención de despejar certezas.