BLOW! 13 Oct 2009

Un elegido de la trompeta

El Acople | Augusto Do Santos

En “Blow!”, su primer libro, Gillespi cuenta su historia con la trompeta, habla sobre los grandes maestros del instrumento, entrevista a reconocidos trompetistas, discurre sobre diversas cuestiones y problemáticas del instrumento y más.

 

Enrique Symns coincide con Truman Capote en que los únicos instrumentos de música mágicos son los tambores, demás piezas de percusión y la trompeta. Tal vez, piensa, habría que incluir al bajo. También, Symns cree que la trompeta elige a su ejecutante y no al revés.

Estas, y otras cuestiones, conforman el prólogo que el periodista escribió para “Blow!”, el primer libro de Gillespi, editado por El cuenco de plata. Este trompetista, por cierto, parece darle la razón a la teoría de que el instrumento escoge a su ejecutante; hay algo en él, en su forma de ser, en su facha que lo indica.

La trompeta sedujo a Gillespi en su adolescencia, cuando la tuvo por primera vez a su lado; había acompañado con su guitarra a su primo a tocar jazz con otros jóvenes músicos: “Allí, en aquellos encuentros de amigos, pude ver de cerca una trompeta, escuchar el sonido nasal de la sordina y experimentar una sensación que jamás me abandonó. La sensación de que era mi instrumento. Así de simple parece darse este primer amor de los músicos con el instrumento, a quienes de ahí en más, como en los matrimonios de la antigüedad, sólo la muerte los podrá separar”

Luego, hubo un segundo momento clave, una suerte de segunda cita en la que la trompeta se le entregó: en un templo evangelista, un amigo del colegio que sabía de su interés, lo presentó ante el pastor, que rápidamente le prestó una trompeta para que la probara. Así, en lo sucesivo, Gillespi comenzó a ir seguido al templo para practicar. Y, finalmente, primero el pastor le permitió que se la llevara a casa y, luego, que se la quedara definitivamente.

“Blow!”, además de la biografía de su autor con la trompeta, hace un repaso sobre diferentes maestros y forjadores del instrumento; así, se lee sobre Freddie Hubbard, Chet Baker, Louis Armstrong, Dizzy Gillespie, Miles Davis, Charlie Parker y también se encuentra entrevistas a Ben Neill, Enrico Rava, Allen Vizzutti, Dave Douglas. Tal vez, en este segundo elemento, el de los reportajes, haya un abuso del recurso del ping pong.

Por otra parte, la obra incluye una serie de capítulos de peculiar interés, como el dedicado a Pablo Quiroga y Pablo Tejada, que fabrican y reparan trompetas, a los que Gillespi presenta como “tipos que aman el instrumento y que han conseguido darle forma a un sueño: el de fabricar instrumentos de viento y boquillas”. También, hay apartados dedicados a profundizar sobre la problemática de las boquillas de la trompeta y a las diversas enfermedades y accidentes que se pueden sufrir por culpa del oficio. Por ejemplo, el horroroso caso de aquellos a los que les estallaron los labios mientras tocaban.

Además, dentro de este grupo, hay que señalar el primer capítulo en el que se relata cómo surgió el sobrenombre de su autor. Y también referir ese que se titula “Sumo” y, por supuesto, refiere los tiempos en los que —gracias a Roberto Petinatto— Gillespi fue parte de la banda.

Ahí, el trompetista aprovecha y recuerda a Luca Prodan y a momentos que vivió junto a él, al que define como “encantador” y “magnético”“Una vez le regalé una remera floreada, media hippie, y no se la sacaba nunca. ¿Loco, no tenés otra remera? Le decía yo. Y andaba con un jogging lleno de agujeros y con un hilo en vez de elástico... Creo que realmente no tenía otra ropa. Eso contrastaba con lo que era el exitoso grupo Sumo: un grupo que llenaba estadios, y uno se imaginaba que el frontman se bajaba de una limousine. Nada más lejano. Podía tocar en el estadio Obras, y al día siguiente lo veías comiendo fruta en la plaza y hablando con cualquiera”.  

“Blow!”, además de la biografía de su autor con la trompeta, hace un repaso sobre diferentes maestros y forjadores del instrumento; así, se lee sobre Freddie Hubbard, Chet Baker, Louis Armstrong, Dizzy Gillespie, Miles Davis, Charlie Parker y también se encuentra entrevistas a Ben Neill, Enrico Rava, Allen Vizzutti, Dave Douglas. Tal vez, en este segundo elemento, el de los reportajes, haya un abuso del recurso del ping pong.

Por otra parte, la obra incluye una serie de capítulos de peculiar interés, como el dedicado a Pablo Quiroga y Pablo Tejada, que fabrican y reparan trompetas, a los que Gillespi presenta como “tipos que aman el instrumento y que han conseguido darle forma a un sueño: el de fabricar instrumentos de viento y boquillas”. También, hay apartados dedicados a profundizar sobre la problemática de las boquillas de la trompeta y a las diversas enfermedades y accidentes que se pueden sufrir por culpa del oficio. Por ejemplo, el horroroso caso de aquellos a los que les estallaron los labios mientras tocaban.

Además, dentro de este grupo, hay que señalar el primer capítulo en el que se relata cómo surgió el sobrenombre de su autor. Y también referir ese que se titula “Sumo” y, por supuesto, refiere los tiempos en los que —gracias aRoberto Petinatto— Gillespi fue parte de la banda.

Ahí, el trompetista aprovecha y recuerda a Luca Prodan y a momentos que vivió junto a él, al que define como “encantador” y “magnético”“Una vez le regalé una remera floreada, media hippie, y no se la sacaba nunca. ¿Loco, no tenés otra remera? Le decía yo. Y andaba con un jogging lleno de agujeros y con un hilo en vez de elástico... Creo que realmente no tenía otra ropa. Eso contrastaba con lo que era el exitoso grupo Sumo: un grupo que llenaba estadios, y uno se imaginaba que el frontman se bajaba de una limousine. Nada más lejano. Podía tocar en el estadio Obras, y al día siguiente lo veías comiendo fruta en la plaza y hablando con cualquiera”.