BLOW! 20 Sep 2009

Gillespi: "La trompeta es como una religión devaluada"

La Capital | Redacción

 

Cuando Gillespi habla de otros no lo hace para hablar de sí. El bronce que busca al recorrer vidas ajenas no es el del monumento, sino el de la trompeta. Lo autobiográfico que se nos ofrece en esas vidas ajenas que retrata Gillespi en Blow! es un recurso con el que se pretende atraer a alguien o algo que se busca en el sonido de la trompeta, acaso uno de los instrumentos más particulares de la música popular contemporánea.

Recurso que se utiliza como en un soplido, que es lo que significa "blow" en la lengua de Shakespeare, que es la misma de Dizzy Gillespie, el célebre e histriónico trompetista que creara el be bop con Charlie Parker y de quien tomara Roberto Pettinato el apellido para bautizar a Marcelo Rodríguez antes de un concierto de Sumo, en los tempranos 80. Y eso cuenta Gillespi: "La invocación de Pettinato me generó una curiosidad renovada por Gillespie, el verdadero Dizzy Gillespie".

Blow! (el libro que acaba de publicar El Cuenco de Plata) trata de esos vaivenes, de esos cruces según los cuales un nombre no es del todo un nombre, pero invoca un mundo que a la larga alcanza al hombre. Como en el célebre relato del visitado escritor argentino: "Los ecos de un nombre" podría ser un título posible para este libro en el que se cruzan lo autobiográfico, el paisaje de una época reciente —los 80, cuando Gillespi comienza a foguearse en la escena local del rock; los 90, cuando forma Pachuco Cadáver con Pettinato, acompaña a Divididos y Las Pelotas, graba su primer disco— y los maestros.

Porque en el relato de Gillespi —se sacó la "e", dice, cuando tuvo que registrar en Sadaic su primer disco— el trompetista, como un iniciado en una antigua doctrina oriental, va siempre en busca del maestro. "La elección del maestro —le dice el trompetista Américo Bellotto en uno de los rincones de este libro— es tan decisiva como la del instrumento: es necesario que alguien te explique cómo es, ya que es muy difícil elegirlo cuando todavía no se lo sabe tocar".

Clave

La clave —valga el término musical— del libro es que su centro gravitacional (la trompeta) es tan poderoso que el Gillespi personaje de la televisión, el periodismo y la radio queda como descentrado: puesto en valor en relación al instrumento o, mejor aún, en relación a lo que Gillespi es a partir de la elección del instrumento. Algo de eso escribe en su libro a propósito del "camino secreto" del músico de jazz: "El asunto es conocer y conocerse. Si uno no sabe quién es musicalmente y quiere contarle a la gente quién es, se está metiendo en un berenjenal. Como les sucede muchas veces a los músicos: apuestan todo su tiempo a estudiar pero no saben qué quieren transmitir".

De nuevo, la clave es esta: con fragmentos de conversaciones con trompetistas célebres y legendarios que residen o pasaron por el país, con impresiones discretas, humildes a veces, Gillespi despliega un misterio, una interrogación fundamental y fundamentada allí donde cualquiera veía sólo una simple operación de causa y efecto.

Gillespi dice que Blow! nace de su "amor por la trompeta". Pone en un correo electrónico: "Ese es el tema, el eje por donde circulan todos los relatos. Es cierto que hay un acercamiento autobiográfico en algunos momentos, aunque paralelamente se escriben las historias de otros colegas. Es difícil de encasillar el libro por los carriles normales. Solo te puedo decir que no es un método para aprender a tocar la trompeta (aunque incluye todo lo necesario para hacerla sonar), tampoco es un libro de la historia de la trompeta en el jazz (aunque con los datos que hay podemos inferir cómo fue esa historia). Por último, tampoco es mi autobiografía, dado que es solo un recorte de mi vida. Sólo están incluidas anécdotas de mi vida como trompetista y no hay referencias a otras vivencias en la radio, tevé, etcétera".

Y, sin embargo, aunque no deja de ser absolutamente sincero, Gillespi falsea sin querer las cosas: Blow! es también el repertorio de sus obsesiones. Habla con los entrevistados (Bellotto, Fats Fernández, Enrico Rava, para citar una trinidad excelsa) de la embocadura —el modo de poner los labios sobre la boquilla—, de las boquillas cuyo hallazgo es siempre inminente, de los orígenes de esa relación visceral con el instrumento. Habla, en definitiva, de ese otro que se es siendo artista, de ese "querer rajar de mí y ser otro", al que hace referencia con una sencilla visión en su libro.


"Es cierto —responde desde su cuenta de Yahoo— que los artistas suelen ser una combinación de dos formas de vivir la vida. Detrás de la pantalla o el maquillaje del artista coexiste el ser humano normal, cotidiano y necesitado. El territorio del arte puede ser completamente ficticio, poético e inventado. Hay todo tipo de matices en esta cuestión. Aquellos artistas que usan su vida como una obra de arte y su personaje se come a su persona. Y otros en donde las cargas están repartidas. Yo pertenezco creo a esta segunda clase".

Iniciación

La trompeta, dice el gran trompetista Gustavo Bergalli en una charla con Gillespi en Blow!, no es uno de los instrumentos más populares del país: "A diferencia de Brasil, Centroamérica o Cuba, Argentina no es un país de instrumentos de viento". Y eso también vuelve a la trompeta origen y destino de un peregrinaje particular del trompetista en pos de su maestro, su grupo, su sonido. La trompeta como iniciación.

Pero más incisivo se vuelve aún Gillespi cuando se refiere a la trompeta y el rock: "La trompeta —advierte— es como una religión devaluada. Sólo un puñado de fieles se comprenden mutuamente. Es el único instrumento que desprecia una de las manos y sobreexige a la otra (en la trompeta la mano izquierda sólo sirve para agarrarla y se usa sólo la mano derecha para todo). Es decir, estás años desarrollando una mano y sus dedos, mientras la otra mano solo sirve de apoyo. En cuanto al mundo del rock, es cierto que hay pocos trompetistas que incursionaron en el rock, se me ocurre Jon Hassell con King Krimson, Randy Brecker con Frank Zappa, Gustavo Moretto aquí, con Alma y Vida, y modestamente yo en los años que toqué en Sumo y Divididos".

—¿Qué ha cambiado para Gillespi en la escena porteña desde sus comienzos en los 80 al día de hoy?

—Se ha terminado el artesano en la música. Aquel que con sus modestos recursos hacía arte. Ahora todo pasa por el entrenamiento. Hacer los dedos rápidos, resistencia física y fórmulas musicales que van a sonar bien. Hay toda una industria detrás del jazz, sobre todo en Estados Unidos, en donde te enseñan a tocar como tal o como cual. Es así como salen miles de clones de los viejos genios del jazz. A mí me siguen gustando más los que crean que los que recrean. Me gusta más Pink Floyd que el grupo Tributo a Pink Floyd. Como en otros estilos de música, se ha llenado de promotores, productores y organizadores de movidas. Hay sponsors y festivales organizados por los municipios. Todo ese aspecto de la industria ha crecido mucho. También se avanzó mucho en las técnicas para aprender a tocar. Hay devedés, libros de partituras, internet está plagada de información y hay videos de gente tocando. Lo que también hay es una gran escasez de gente talentosa.Dice Gillespi por correo electrónico: "La música es la expresión de lo que el músico es. Si el músico no sabe quién es, su música no tiene demasiado sustento. Está lleno de músicos que tocan simplemente por tocar, o por moda, o para ser famosos o porque les divierte. Cada uno usa el tiempo como quiere, ¿no? En cuanto a la enseñanza de un instrumento, es como todo. Tiene que haber un transmisor y un receptor de la información. Si el receptor no anda o no está en sintonía no hay aprendizaje. La trompeta justamente es un viaje introspectivo. El 80 por ciento del aprendizaje es personal y sólo se descubre en contacto habitual con el instrumento. Los aspectos más importantes de la ejecución de la trompeta están dentro del cuerpo del músico (columna de aire, uso del diafragma para empujar, alturas de la lengua y presión de los labios), como te imaginarás ese camino de aprendizaje es un viaje personal e introspectivo, el maestro sólo puede aconsejar e incentivar el contacto entre el instrumento y el músico".