
Las películas de mi vida
Traducción de: Nicolás Gómez y Guadalupe Marando
Sentía una gran necesidad de entrar en las películas, y eso lo lograba acercándome cada vez más a la pantalla y abstrayéndome de la sala. Rechazaba las películas de época, las de guerra y el western porque hacían más difícil la identificación; de modo que, por descarte, quedaban los policiales y las películas de amor. A diferencia de los espectadores de mi edad, no me identificaba con los héroes sino con los oprimidos, y muy especialmente con los transgresores. Se entenderá entonces por qué Alfred Hitchcock y su obra consagrada al miedo, me sedujo de entrada, al igual que la obra de Jean Renoir, enfocada hacia la tolerancia: “Lo terrible de esta tierra es que todo el mundo tiene sus motivos” (La regla del juego). La puerta se había abierto, y estaba preparado para recibir las ideas y las imágenes de Jean Vigo, Jean Cocteau, Sacha Guitry, Orson Welles, Marcel Pagnol, Lubitsch y Charles Chaplin naturalmente; las de todos aquellos que, sin ser inmorales, “dudan de la moral de los demás” (Hiroshima mon amour).
François Truffaut