Los desarzonados 22 Ago 2013

Decir no al amor del amo

Télam | Pablo Chacón

En Los desarzonados, el escritor, poeta y ensayista francés Pascal Quignard retorna -de una y mil formas, al arbitrio de una y mil derivas- sobre la vida secreta de quienes alguna vez han dicho no y encontraron en ese acto un lugar donde sobrevivir descartando el destierro y la servidumbre.

 

El libro, publicado por El Cuenco de Plata, lejos de ser un catálogo de iluminaciones o epifanías, se propone enumerar estrategias irrepetibles (que nunca serán estrategias) bajo la excusa de una investigación sobre la singularidad.

Quignard nació en 1948 en Verneul-sur-Avre (Francia), en una familia de músicos; estudió Filosofía en Nanterre, y se interesó por el latín, el griego, el budismo, la geología y la edición; amigo íntimo de Jean Echenoz, se sometió a un psicoanálisis para sortear un autismo, antes de abandonar su puesto de lector en Gallimard y dedicarse sólo a la literatura.

Publicó, entre otros libros, El libro, AlbuciusLas escaleras de ChambordLa lección de música,Todas las mañanas del mundoEl sexo y el espantoTerraza en Roma,Vida secretaEl odio a la música, Las sombras errantesVilla Amalia yRetórica especulativa.
Los desarzonados explora sacrificios, encierros, retiros, deficiencias, potencias nunca en potencial sino en acto, en el acto performativo de Bartleby, en ese no que si no se dice costará más caro que la vida porque es un saber que nace deformado como cualquier sujeto que pasa del líquido amniótico a la burbuja del mundo.

Quignard no esconde lo que algunos llaman misantropía y otros soledad. Quignard sabe que hay que elegir estar solo para saber de la soledad, y que la soledad es un riesgo en el plexo sin derecho a devolución o es un don sin reciprocidad porque como los elefantes, los solitarios van a morir de paz.

Sigmund Freud decide inyectarse morfina para partir. Robert Antelme retorna de Buchenwald y se transforma en activista sin partido. Los Monjes desnudos japoneses que organizan la larga marcha entre Auschwitz e Hiroshima, la bautizan Desconfianza. Blanqui es encerrado durante 35 años, Sade, 30.

Desconfianza del poder, del vigilante, de los perros. “¿Qué es el poder? La posibilidad que tiene una sociedad o un estado, en cualquier momento, de expulsar  a un individuo de sus fronteras declarándolo no humano, no nacional, no subjetivo, arrancándole su rostro así como su biografía, lanzándolo a la muerte o al vacío”. Es lo que Lévi-Strauss confirma entre las tribus del Amazonas, cuando la ayahuasca no se tomaba con prospecto y a cuentagotas