Manual de supervivencia 10 Ago 2013

El idioma de Herzog

Revista Tónica | Adela Salzmann

Reseña de Manual de Supervivencia: entrevista a Werner Herzog y entrevista a su traductor, Silvio Mattoni.

 

Manual de supervivencia es una entrevista a Werner Herzog realizada en Valencia por Hervé Aubron y Emmanuel Burdeau por el año 2008, unas semanas antes del estreno de Parsifal, la ópera de Wagner que Herzog puso en escena en el Palau de les Arts. La editorial El cuenco de plata publica esta entrevista en castellano en la traducción de Silvio Mattoni. Cambiando el formato de cualquier entrevista tradicional,  desde el comienzo Herzog da una idea de su ritmo constante (ni maníaco, ni obsesivo) de trabajo en la que la vida y el oficio del cineasta son lo mismo. Comparte anécdotas épicas, historias fundantes y aconseja sobre todo caminar, percibir el mundo sobre la repetición y progresión del paso.

Herzog reconoce la violencia del cine como técnica, de su fuerza destructiva y su poder. Sobrevive porque viaja a pie, no usa celular, escribe, se concentra en trabajar y se aleja de la crítica que lo acusa de xenófobo, entre otras cosas.  “Me gustaría -no es posible en la cultura de medios en la que estamos- realizar películas anónimamente”. Cuenta que es un experto en abrir cerraduras, cuando viaja casi sin equipaje se mete en las casas que la gente usa pocas veces al año y dice que, como viajero a pie, posee el derecho natural de encontrar un refugio. No rompe nada: sólo abre puertas.

Herzog esquiva las preguntas sobre la ficción o el documental, no le interesan esas categorías. A él le interesa cómo se puede alcanzar un nivel más profundo de verdad, una verdad extática. “El porno se acerca más a una verdad que muchos documentales, en particular los documentales que se ven en televisión. Limita con la verdad desnuda”. Una madrugada en Sicilia en 1999 se topó con una película porno italiana y escribió una especie de manifiesto en contra del cinema-verité: The Minnesota Declaration.  Así también habla de las películas de kung fu y Fred Astaire, son categorías aparte del cine, se mueven, cambian.  Eso es lo que ve en el cine de Luis Buñuel: como a él,  cambiar le permitió producir a lo largo de toda su vida, y sugiere que los realizadores sean sus propios productores.

“Me gusta Los Ángeles porque es una ciudad donde el crecimiento y las energías son violentos, indisciplinados. Me gusta ver y sentir que un tercio de la población es mexicano. Me gusta lo que aportan los mexicanos, su energía cultural. (…) Vivir en Los Ángeles es vivir en medio de algo que bulle. En medio de energías en ebullición. Detesto hablar de energías, tomen entonces con pinzas esa palabra. Sepan disculparme si por el momento no tengo otra mejor”.

El cine de Herzog toca esa fibra que también está en la producción de otros directores, como ocurre en Pumping iron, la película que muestra cómo Arnold Schwarzenegger se convierte por quinta vez consecutiva en Mr. Olympia y en Man on Wire, donde Philippe Petit se prepara para su desafío extremo: cruzar las Torres Gemelas haciendo equilibrio sobre un cable a más de 400 metros de altura. La verdad extática instala la pregunta ¿qué puede un cuerpo? Herzog cuenta que un tipo le disparó mientras daba una entrevista. La bala atravesó su campera de cuero, un libro que tenía en el bolsillo y no logró lastimarlo. Los entrevistadores quieren llamar a la policía, pero él les pregunta: “¿De verdad quieren hacer eso? Sigamos con la entrevista”.