Urania 15 Jun 2007

La utopía corrompida

La Nación | Redacción

 

Como Aldous Huxley y George Orwell, Jean-Marie Le Clézio inventa una sociedad posible y la describe en una novela. Como García Márquez y Rulfo, crea un pequeño ámbito físico para sus personajes cuyo nombre evocará siempre las historias que allí transcurrieron. Estas similitudes, separadas por un océano, no son casuales: Urania es el relato latinoamericano de un europeo enamorado de Comala.

El geógrafo Daniel Sillitoe, francés como el autor de la novela, llega a México para desarrollar un proyecto cartográfico en el valle del río Tepalcatepec. En el autobús que lo lleva a Colima, conoce a Raphaël Zacharie, un muchacho de dieciséis o diecisiete años que le habla de Campos, la pequeña comunidad fundada por Anthony Martin, alias "Jadi", el consejero. En Campos, le dice Raphaël, reinan la libertad y la verdad. Los habitantes viven en casas separadas, pero se reúnen en un lugar común para comer todos los mismos alimentos. La lengua corriente es el "elmen", una combinación fragmentaria de idiomas diversos que se parece al lenguaje infantil. Los chicos no reconocen padres, eligen ellos mismos en qué casa vivir y con quién. No hay escuelas: "nuestra escuela está en todas partes". Las medicinas son naturales y el espectáculo más grandioso y sublime consiste en mirar el cielo estrellado, lo que debe hacerse tendido sobre la hierba. Sillitoe y Raphaël se hacen amigos, pero el último desaparece a mitad de camino dejando a Daniel un extraño mensaje.

Ya en el valle, Sillitoe va a trabajar en el Emporio, un proyecto también idealista, especie de ateneo del saber alejado de las pujas académicas, de los prejuicios culturales y de todo lo que pueda condicionar el desarrollo y la libre circulación del conocimiento. Campos y el Emporio son enclaves utópicos en el extenso valle, casos excepcionales en medio de un mundo regido por la lógica de la dominación y del beneficio económico.

Más que la puntual descripción de los dos grupos humanos ideales, lo relevante en el relato son los contrastes entre éstos y los otros grupos sociales que habitan el valle, la forma en que se relacionan unos con otros y las posibilidades de supervivencia de las utopías.

En ese sentido, Urania es una novela sobre el poder. El dominio económico en el valle lo tienen los empresarios que cultivan y comercializan la fresa, nuevos ricos, ignorantes y ostentosos, que son silenciosamente despreciados por las familias tradicionales, también pudientes -hombres de toga, de espada y de cruz-, dueños de la prensa y de la ley. Los primeros ejercen salvajemente su poder obligando a la población al trabajo en condiciones inhumanas, incluso al trabajo infantil. Los segundos influyen a través de la prensa, crean opinión, enaltecen o desprestigian de acuerdo con sus intereses, manipulan las leyes y compran por monedas la conducta de los pobres para que actúen en su beneficio. Campos estará en la mira de los poderosos. En cuanto al Emporio, pronto la ambición de los investigadores generará un complot para desplazar de la dirección a su mentor y fundador. Habrá tráfico de influencias y el propósito de depurar la institución alejando, por ejemplo, a Juan Uacus, "ese indio" que está redactando una enciclopedia para rescatar las culturas y las lenguas vernáculas del valle.

Urania es una novela crítica. Su denuncia abarca, de un extremo a otro, a toda la sociedad. Muestra que el poder genera miseria e infelicidad, que los fervores revolucionarios terminan en guerrilleros puestos a conferencistas, y que las utopías pacíficas se corrompen o terminan expuestas a una intemperie difícil de sobrellevar.

Le Clézio nació en Niza en 1940. Su primera novela, El atestado , recibió el premio Renaudot. A ella siguieron más de 30 libros. Es un viajero y aventurero incansable. En 1968 recorrió solo los lugares más agrestes de México y Panamá para entrar en contacto con las culturas originarias de esos países, aquellas que, de algún modo, Urania defiende y recrea.