Urania 10 Oct 2008

Un Nobel con alma nómade

La Voz del Interior | Redacción

El francés Jean Marie Le Clézio ganó el máximo premio literario. Extrae de su faceta de trotamundos los materiales de buena parte de sus novelas.

 

Estocolmo. El “escritor nómade”, el “indio de la ciudad”, “el metafísico de la ficción” e incluso el “Cocodrilo Dundee de la literatura” son algunos de los apodos utilizados para referirse a Jean Marie Gustave Le Clézio, según se tengan en cuenta sus costumbres viajeras o las cualidades de su escritura. Desde hace varios años se había ganado también –junto a un puñado de autores compuesto por Phillip Roth, Amos Oz y Mario Vargas Llosa– el calificativo de “eterno” candidato al Premio Nobel de Literatura. Hasta ayer, cuando la mujer del escritor francés (autor de más de 30 libros entre cuentos, novelas y ensayos) atendió un llamado de la Academia Sueca.

Le Clézio estaba haciendo lo que más le gusta (además de viajar) y mejor le sale: escribir. Poco después de recibir la noticia de que era acreedor del galardón literario de mayor prestigio mundial, que incluye una dotación económica de 10 millones de coronas (alrededor de 4 millones y medio de pesos), el autor le confirmó a una radio que acudirá a la entrega del Premio Nobel el 10 de diciembre en la capital sueca. Todo un dato si se tiene en cuenta que, en los últimos años, tres de cuatro ganadores no fueron a la ceremonia por enfermedad.

La noticia lo sorprendió en París, donde suele pasar largas temporadas. Fiel a lo que se dice de él, Le Clézio, de 68 años, no ha parado de moverse y actualmente vive en Albuquerque (Estados Unidos), junto a su esposa palestina Jemia y sus dos hijas.

Gran viajero, el autor pasa buena parte de su tiempo en México y extrae de su faceta de trotamundos los materiales de sus obras. “Me identifico con la cultura francesa y su lengua, pero sólo en isla Mauricio me siento en casa”, afirmó ayer durante una improvisada conferencia de prensa difundida por la agencia Colpisa. Respondió en tres lenguas distintas, inglés, francés y español, idioma en el cual afirmó: “Siempre me ha gustado la cultura hispanoamericana, las culturas de México y Nuevo México”.

La mención a la isla Mauricio se debe a lo siguiente: el padre de Le Clézio fue un cirujano británico y su madre descendía de una familia bretona que emigró a las islas Mauricio en el siglo XVIII.

Para la Academia Sueca, el premio se justifica en que Le Clézio invita a “la aventura poética y el éxtasis sensual”. Se trata de un “explorador de una humanidad más allá y por debajo de la civilización reinante”, agregó el comité que otorga la distinción.

Mirada amplia. Horace Engdahl, secretario permanente de la Academia, opinó que el novelista francés “ha pasado por muchas fases distintas de su desarrollo como escritor y ha llegado a incluir otras civilizaciones que la occidental en sus escritos”.

Le Clézio nació en Niza en 1940 y a los ocho años su familia se trasladó a Nigeria, donde su padre fue médico durante la Segunda Guerra Mundial. Su última obra apareció en 2007 y se titula Ballaciner, considerada por la Academia como “un ensayo profundamente personal sobre la historia del arte cinematográfico y la importancia del cine” en su vida.

Sus obras traducidas al español incluyen El africano (2007, ver Un viajero de dos mundos, en esta página), El pez dorado (1999), La cuarentena (2008), Diego y Frida (2002), El atestado (1994), Onitsha (1992), Desierto (1991), El buscador de oro (1987) y El diluvio (1972).

Le Clézio alcanzó una rápida notoriedad con su novela El atestado, de 1963 y que mereció el premio Renaudot. En sus inicios, su sumó a la corriente del nouveau roman que abanderaban Robbe-Grillet y Michel Butor, pero luego descubrió su propio lenguaje, plasmado en un estilo refinado y exquisito, que utiliza para contar unas historias de claro fondo autobiográfico.

En 1980 publicó Desierto, una obra que según el comité Nobel “contiene imágenes magníficas de una cultura perdida en el desierto del norte de África con la descripción de Europa vista por los inmigrantes no deseados”.

La Academia dijo también que Le Clézio desde el primer momento “destacó como autor ecológicamente comprometido, una orientación acentuada con sus novelas Terra Amata, Le livre des fuites y Les Geants”.

Un presentimiento. El nombre del escritor francés circulaba con insistencia en los círculos literarios suecos durante los últimos días: “Esta vez, creo que podría ser Le Clézio. Es mi intuición”, había afirmado María Schottenius, encargada de las páginas culturales del principal diario sueco, Dagens Nyheter.

Con sus novelas críticas con la civilización y en parte autobiográficas en torno a mundos hundidos y alejados, el autor se convirtió en uno de los escritores franceses más significativos de la actualidad.

Entre lo más destacado de su producción está Urania, cuya traducción al castellano fue publicada el año pasado en la Argentina por El cuenco de Plata. El editor Edgardo Russo, propietario del sello, le aseguró ayer a este diario que decidió la reimpresión inmediata de cinco mil ejemplares de Urania, tras recibir muchísimos pedidos de toda Latinoamérica y España.

Russo tuvo la oportunidad de conocer el año pasado a Le Clézio (el autor desembarcó en la Feria del Libro de Buenos Aires para acompañar la presentación de El africano y Urania) y destacó “la simplicidad y el buen humor sereno” del francés.

La del año pasado no fue sin embargo la primera vez que el escritor visitaba el país, ya que 1983 asistió casi de incógnito a una mesa redonda en la que también participaron Marcos Aguinis, Luis Gregorich y Sergio Sinay. El tema de las ponencias era “¿Qué es la creación?”, pregunta pesadillesca que el francés sorteó contando historias.