Retórica especulativa 18 Jun 2006

Contra la filosofía

La Capital | Redacción

 

Este es un texto que desde el inicio se asume como una especie de tratado de Antifilosofía. Y esto no es poco decir, ya que se trata de dar un paso más adelante en el camino marcado por la tradición antimetafísica tan cara al pensamiento francés sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX. Sin nombrarlos, Quignard se aparta de pensadores de la talla de Derrida, Foucault y Deleuze; no tanto para desmerecer sus posiciones, sino más bien para no empantanarse en ese lenguaje filosófico, el cual, si bien expresa el rechazo a la metafísica, se ve obligado a hablar desde sus conceptos.

Para Quignard, la retórica especulativa es la tradición letrada antifilosófica que recorre toda la historia occidental desde la invención de la filosofía". La literatura es el lenguaje anterior a la metafísica, es la lengua de las imágenes. No es necesario, según Quignard, recurrir a tradiciones ajenas a Occidente para escapar al lenguaje ordenador de la metafísica griega, de la teología cristiana y del nihilismo moderno. Estos lenguajes "no hacen más que ordenar por miedo a los efectos del lenguaje". La literatura, en cambio, lejos de constituir el lenguaje que nos diferencia de la naturaleza (physis), nos liga más fuertemente a ella, es nuestro vínculo fundamental.

El lenguaje es metaphora, transporte. Transporta el significado en el significante, se transportan los sonidos emitidos por la voz humana como símbolos en las pasiones del alma y, finalmente, tenemos la metáfora en su sentido más difundido, el de trasladar hacia una cosa una palabra que designa otra.

Para Quignard, el comienzo de la historia está más relacionado con la caza y con la guerra (la caza del hombre por el hombre) que con una superación biológico-social. Por eso no debe extrañar una aparente irrupción en el tono del libro cuando apela intempestivamente a la autoridad de Moscovici: según éste, se trata no de un proceso de hominización, sino de un proceso de cinegetización. Los machos más jóvenes, relegados de la manada por el macho dominante, no pudiendo vivir de la colecta (en griego, lógos), vagando, comiendo de los restos de los animales muertos, se convirtieron en los primeros cazadores. De aquí, la primera gran metáfora, el primer transporte: el animal se convirtió en el modelo a seguir; los primeros protocazadores imitaron (mímesis) al animal. El animal era el dios, el alimento, el abrigo, el hogar, el mundo. La predación destruyó al lógos (colecta). Y el lenguaje, como decíamos, es fundamentalmente predación y es la predación fundamental.

Por eso, según Quignard, ya no sólo la metafísica, sino también la filosofía debe ser rechazada, porque distrae de la predación propia del lenguaje. Lo literario consiste en volverse hacia ese fondo biológico del lenguaje que los sistemas intentan conjurar. La literatura es el lenguaje desnudo, es dejarse poseer por el comportamiento de la physis (animal, río, montaña, etc.), por esa violencia de lo inesperado; por eso es una antiética, como dice Longino. Lo inesperado (paradoxon, lo paradójico) sólo puede surgir en un lenguaje desnudo y es por eso que la literatura piensa literalmente, piensa más que cualquier pensamiento.