Vivir existiendo 16 Dic 2018

Francois Jullien: “Hay que aprender a abstraerse, mantenerse afuera y no dejarse acaparar por las redes sociales”

Clarín | Alejandro Czerwacki

Reconocido filósofo y sinólogo francés, François Jullien se convirtió de algún modo en un nexo entre la cultura occidental y oriental y llegó a ser presidente de la Asociación Francesa de Estudios Chinos. “Vivir existiendo. Una nueva ética”, es su nuevo libro donde discurre entre el ser y el vivir, pero también en el resistir y existir, que define como “mantenerse afuera” del encierro del mundo. Entre sus trabajos, instaló conceptos para renovar la tradición psicoanalítica y reflexionó sobre las artes de la guerra y la estrategia al mismo tiempo que analizó con alta sensibilidad la filosofía del I Ching.

Considera que el existir y resistir lo negativo en la vida, forma parte de un recorrido vital, fundamental para la existencia. “¿Si los occidentales buscan la inmortalidad y los chinos piensan en una vida eterna? En principio desconfío de esas oposiciones tan globales y algo gastadas. Padecemos aquí esa larga vida tratando de revertir la opacidad de su capacidad vital, de su aliento, volviéndolo más alerta, menos inerte, más afinado”, explica.

 

¿Cómo se construye la idea de felicidad en occidente, a diferencia de oriente?

Los griegos construyeron efectivamente una idea de “felicidad” porque parten de una noción de alma inmortal vinculada a lo teológico. En cambio China, no habiendo desplegado el status definido del alma ni de Dios, no tuvo ese punto de partida onto-teológico para pensar la felicidad. Es por eso que allí se piensa más bien en la disponibilidad y la libre evolución de la sabiduría. Se estudia la capacidad de desprenderse de los lazos del mundo, pero no por eso convirtiéndose en otro mundo.

¿Hay, de algún modo, una necesidad imperiosa por alcanzar ese estado de bienestar, como si fuese algo dado y permanente, que debiera estar en la existencia?

Toda idea de lo dado y permanente reenvía al pensamiento del ser y de la identidad; entonces depende de esa idea del ser y de su idea preconcebida. La lengua-pensamiento chino no piensa en términos de “ser”, no se preocupa por una identidad, no opone el devenir al ser y ha sabido pensar mejor el momento en su ocasión-transición sin referenciar la eternidad.

Entonces, ¿piensa Usted que la felicidad, vista por Occidente, termina siendo tomada como construcción del marketing y de los libros de autoayuda?

Lo dice usted mismo: “la felicidad” se ha convertido en un mercado, en un producto de consumo. En relación al ser y la verdad, la filosofía europea dejó de lado la cuestión del vivir. En la tradición occidental es, en consecuencia, la religión la que tomaba a cargo la cuestión del vivir: “Soy el camino, la verdad, la vida...”. Hoy, en cambio, con la retirada de la religión, la cuestión del vivir está desierta. Por eso el desarrollo personal ha podido crecer cómodamente en ese baldío y hacer su comercio. Lo que le reprocho a esta disciplina es que se contenta con ilusiones fáciles, se preocupa más por operaciones comerciales que por iniciar la reflexión. Como lo he escrito, desconfío de la “felicidad” porque encuentro allí un mito fácil de Occidente, que es además equívoco, porque no distingue entre el amor-pasión, nacido de la falta, del eros griego. Lo que tiene valor, para mi punto de vista, es la ex –istencia, es decir, la capacidad de “mantenerse afuera”. ¿Afuera de qué? No ya de Dios, por supuesto, como en su sentido primero, teológico, tocando las criaturas, sino afuera del mundo. Es decir, afuera de su límite y su confinamiento. Es en esa capacidad de existencia que veo el ascenso de lo humano, por eso la referencia a la “felicidad” es más bien anecdótica…

¿Cuáles cree que son los grandes desafíos de las sociedades de hoy en este “vivir existiendo”?

Por su progreso técnico, por su sistema cada vez más cerrado, opresivo, de puesta en red y de comunicación, el mundo contemporáneo nos tiene cada vez más sometidos a la presión del mundo, por lo que no sabemos “desconectarnos”. Está, además, toda la presión mediática…Es por eso que hay que aprender a “mantenerse fuera”, con lo que “mantenerse” tiene de exigente y, en consecuencia, de ético. No dejarse limitar y acaparar por las llamadas redes sociales y saber abstraerse para preservar una iniciativa de sujeto que se afirma en su libertad.

¿Al “desconectarnos” se producen “transformaciones silenciosas”, giros sutiles, las que producen un cambio profundo en el ser?

Llamo “transformación silenciosa” a la que avanza sin ruido. Es silenciosa porque es global y continua, por lo que no se distingue jamás lo suficiente como para que la notemos. Ahora bien: nuestras vidas están hechas de transformaciones silenciosas como crecer, envejecer…Un desamor es también una transformación silenciosa: un matiz, un silencio comienza a hacer su camino sin que nos demos cuenta y conduce, finalmente, de grieta a fisura, falla, foso, choque, divorcio. También hay que estar atento a aquello que se abre camino sin ruido en nuestras vidas, aquello que no podemos mensurar sino después del golpe, el bullicio resultante. Así también puede aparecer un segundo tiempo de vida, una segunda chance, un segundo aliento en la vida.

¿Cómo sería?

He dicho cómo, por un desplazamiento y transformación silenciosa, nuevos momentos posibles pueden emerger del seno mismo de nuestra vida. De ahí una nueva libertad que se descubre, por “desatascamiento”, en el curso de la vida: segundo momento de su obra, segundo amor… Estos se han beneficiado del negativo atravesado, han adquirido una lucidez y pueden comenzar a elegir efectivamente en su vida. “Segunda” no se trata de otra vida, sino más bien de una “suite”, una continuidad de la propia vida.

Con la mira en la filosofía oriental

Filósofo y sinólogo francés, François Jullien estudió lengua y pensamiento chino en las universidades de Beijing y Shanghai. Fue director de la carrera de Asia Oriental en la Universidad de Paris VII y ejerció como presidente de la Asociación Francesa de Estudios Chinos. Es uno de los pensadores contemporáneos más traducidos en el exterior y autor, entre otras libros, de “Nutrir la vida”, “Las transformaciones silenciosas” y recientemente, “La identidad cultural no existe” y “Vivir existiendo. Una nueva ética”. Es, además, consultor de empresas occidentales con intereses en China.