Escritos sobre cine norteamericano 05 Jun 2016

La mirada escrita: "Escritos sobre cine norteamericano" de J. Hoberman

La Voz del Interior | Javier Mattio

La imprescindible compilación de Pablo Marín abarca más de medio siglo de cine estadounidense con la pluma del prestigioso crítico como guía, y así el libro también puede leerse como una breve historia comentada.

 

Crítico decisivo de su generación concentrado en las derivas del cine de su país, J. Hoberman (Nueva York, 1948) se dedicó durante tres décadas a relevar el séptimo arte desde las páginas del semanario Village Voice –del que fue tristemente despedido hace pocos años– con un estilo ensayístico, erudito y de autonomía ejemplar. El esplendor de su escritura, que disecciona temáticas complejas de forma amena y que hoy sigue desplegando en medios como Tablet y Artforum, se capta con afán antológico y sistemático en Escritos sobre cine norteamericano, complemento del más actual y específicamente político El cine después del cine (Paidós, 2014).

La imprescindible compilación de Pablo Marín abarca más de medio siglo de cine estadounidense con la pluma de Hoberman como guía, y así el libro también puede leerse como una breve historia comentada.

Lejos de agotarse en directores canónicos de Hollywood como Orson Welles, Douglas Sirk y Alfred Hitchcock (a los que dedica el breve pero contundente “El pop antes del pop”) o los movie brats Steven Spielberg y George Lucas (el ataque blasfemo a Star Wars es hilarante), Escritos sobre cine norteamericano abre a las múltiples preocupaciones del crítico, entre ellas los lazos entre vanguardia y pop, arte y realidad, técnica y contenido.

Hoberman puede saltar de la apasionante disección del imperio y legado de Walt Disney –a quien responsabiliza junto con Lucas del cine de parque temático afecto a la nostalgia y el merchandising – a explorar la tendencia subterránea del cine en Súper 8 o los filmes rupturistas de Jack Smith, Stan Brakhage y Andy Warhol, con los que Hoberman se inició en la década de 1960.

Más aún, la lectura hobermaniana no se agota en el cine y se abre a menudo a referencias inesperadas pero precisas de cultura visual en sentido amplio que incluyen la pintura, la historieta o el videoclip.

Hoberman inventa así los géneros “modernismo vulgar” y “sensacionalismo abstracto”: el primero señala fenómenos formalistas y autoconscientes camuflados en la cultura popular, como las lejanas y visionarias animaciones de Tex Avery, las películas de Frank Tashlin y la revista Mad. El segundo traza una línea que enhebra los filmes de Samuel Fuller, las tiras de Chester Gould (Dick Tracy) y las fotografías periodísticas de Weegee, en las que late la dura sensibilidad de época.

Los retratos de los críticos Manny Farber y Siegfried Kracauer, el análisis sobre la caída del western y el ascenso del apocalipsis como relato nacional y los efectos del auge digital son otros ejes de un libro que antes que a un país apunta a un continente, el de la escritura sobre cine y sus posibilidades.