Escritos sobre cine norteamericano 18 Jun 2016

Pie de página: Un autor en busca de personaje

La Voz del Interior | Javier Mattio

 

Nada más inquietante para un personaje que toparse con la sombra de su autor. En un artículo formidable de Escritos sobre cine norteamericano (El Cuenco de Plata), el crítico J. Hoberman califica de “modernismo vulgar” aquellas expresiones de la cultura masiva donde se cuelan destellos de vanguardia y formalismo. La autoconciencia del personaje es decisiva en esa corriente, que tiene al animador Tex Avery de Warner Brothers como referente, aunque fue Chuck Jones el que la llevó al extremo: ahí está el famoso corto Duck amuck (1953), en el que el Pato Lucas es sometido a todo tipo de fastidios por parte de su mano creadora, que le borra y dibuja paisajes a su antojo.

La ruptura brechtiana de la cuarta pared puede buscarse hacia atrás y adelante en la línea de tiempo: desde Niebla (1914) de Miguel de Unamuno a Seis personajes en busca de autor (1925) de Luigi Pirandello hasta el cómic Animal Man de Grant Morrison de la década de 1980, el problema planteado en estas narraciones parece remitir en última instancia a una inquietud del autor: es él en realidad quien se estremece al ver su sombra precipitándose sobre su personaje. “Me decía a mí mismo: ‘Ya he afligido bastante a mis lectores con cientos y cientos de cuentos. ¿Por qué he de seguir afligiéndolos con la narración de los tristes casos de estos seis desgraciados?’”, se pregunta Pirandello en el prefacio de su clásico metaescénico. ¿Agotamiento de ideas o vanidad autoral? ¿Depresión o entusiasmo? ¿Ficción desnuda o ficción al fin y al cabo?

El último exponente del asunto se llama justamente ¡Oh diabólica ficción! (Musaraña Editora) y lo firma el reconocido historietista español Max. Con el protagonismo solitario y estelar de una expresiva urraca, Max explora en poco más de 100 páginas las posibilidades de una historia que reflexiona sobre las posibilidades de toda historia sin que ese arrinconamiento suene a bloqueo creativo. Publicado originalmente en entregas en El País Semanal, el resultado es una celebración efervescente y divertida de la invención y el animismo gráfico, para cuya misteriosa chispa sólo basta que dos sombras se encuentren.