El señor de los venenos | El señor de los venenos 22 Nov 2004

Un viaje sin control

La Voz del interior | Gustavo Pablos

 

Una autobiografía es antes que nada un relato sobre un personaje imaginario que puede tener poco, nada o mucho que ver con el autor que firma el libro. En una autobiografía nadie ni nada puede garantizar la veracidad de los sucesos, a pesar de que el lector tenderá a no sospechar de la probable variación o invención de los mismos. Si bien el narrador toma vivencias de su pasado, tanto por el modo de contarlas como por el montaje, la historia terminará adquiriendo un carácter inevitablemente ficcional. Ese carácter ficcional está dado, además, por la manipulación de los hechos con el propósito de destacar y promocionar determinados rasgos sobre otros. 

El señor de los venenos es la autobiografía de Enrique Symns, y es uno de los textos más vertiginosos de la última literatura argentina, aunque quizá los gendarmes de las letras lo vean pasar con vocación de vigilantes. 

Symns no proviene del ámbito literario, sino del periodístico. Trabajó en las revistas El Porteño, Satiricón, Eroticón; dirigió en distintas épocas Cerdos y Peces y El Cazador. Además fue monologuista de Los Redonditos de Ricota, la Bersuit Vergarabat y Los piojos y, entre otros libros, escribió una biografía de Fito Páez. 

Su trayectoria vital delimita un territorio inevitablemente osmótico que bien podría resumirse con las palabras sexo, drogas y rock and roll, pero también con muchas otras. Fue una figura de cierta versión del underground porteño de los años '80 y principios de los '90, ese laboratorio de experimentaciones y conductas alternativas que reunió desde artistas, escritores y periodistas geniales e irreverentes hasta traficantes y estafadores, pasando por drogones, manyines y vividores (a veces esos adjetivos valieron para una sola persona en un mismo -o en distintos- momentos/s de su vida). Symns no arremete contra esas definiciones, más bien las asimila y desde esa zona de permanente sospecha cuenta su experiencia. 

Relata fragmentos de su historia personal entremezclados con los de la historia colectiva que en ocasiones lo tuvo como actor principal, en otras como secundario y a veces fuera de escena. Escribe sobre sus viajes a Brasil, sus estancias en Europa, hasta desembarcar nuevamente en la Argentina y comenzar su larga experiencia como periodista gráfico -que después continuará en Chile- por encontrar en este oficio una forma de militancia libertaria. Pero también describe las cárceles que lo cobijaron, las estafas de las que fue víctima o victimario, las maratones sexuales, el consumo desenfrenado de drogas y el descontrol verbal y corporal al que lo conducía. 

¿A qué refiere el término "venenos" del título? Por un lado, a que su autor confiesa haber consumido todas las drogas naturales y sintéticas que el mundo ofrece. Y, por otro lado, porque tal vez ese veneno lo ayudó a poner en circulación otro veneno, el que utiliza para despacharse contra personajes que, en un comienzo alternativos, pasaron luego a la legalidad y la gran industria. 

Symns toma nombres propios que remiten a figuras conocidas del ambiente musical, artístico y periodístico (en algunos casos esos nombres se ven afectados por una leve alteración fonética). No obstante, el ritmo de la escritura hace que la historia funcione perfectamente más allá de las menciones, que por lo tanto pueden pasar, tranquilamente, a un segundo plano. Y eso la convierte en una excelente autobiografía, porque si en este género debemos sospechar de la sinceridad del narrador, y tampoco importa demasiado la realidad o no de algunos personajes y situaciones, sólo hay que disfrutar de los momentos de verdad de la voz narrativa. Y la voz de esta narración tiene mucho para ofrecer.