Las Hortensias y otros relatos 13 Ago 2009

Prohibición burlada

La Diaria | Montevideo | J. G. L.

Obra fundamental de Felisberto Hernández llega a Uruguay a través de edición argentina

 

En los próximos días “Las hortensias” volverá a circular en nuestro país. Se trata de un hecho excepcional, porque hasta ahora este relato de Felisberto Hernández era objeto de una extraña prohibición familiar que impedía volver a publicarlo. El obstáculo fue sorteado por la dedicación del editor Edgardo Russo y por una peculiaridad de la Ley de Propiedad Intelectual argentina.

Felisberto Hernández (1902- 1964) se casó cuatro veces. Mabel Hernández (hija de su primera esposa, María Isabel Guerra) y Ana María Hernández (hija de Amalia Nieto, segunda mujer del escritor) son sus actuales herederas; es la última quien se ha opuesto a la publicación de determinado material del artista. Sin embargo, la Ley de Propiedad Intelectual de la República Argentina establece que la reedición de las obras de un autor no puede ser impedida por sus herederos.

En esta disposición se basó Edgardo Russo, director de la editorial bonaerense El Cuenco de Plata, dedicada en gran parte al rescate de autores de mediados del siglo XX. Admirador de la obra de Felisberto, en mayo el editor intentó seguir el camino convencional -es decir, comunicarse con la agente literaria española Carmen Ballcels, responsable en buena medida del boom latinoamericano de los 60- y se encontró con la “prohibición” familiar. De todos modos, decidió seguir adelante y contactar a otra rama de la familia de Hernández, con la que firmó un contrato. “Todos los descendientes recibirán lo correspondiente por royalties, pero la ley es sumamente progresista y tiene en cuenta la protección de un bien cultural”. Así, “Las hortensias” y otros relatos -el libro incluye “El árbol de mamá” y “Úrsula”, también “censurados” por la familia- circulará a partir de mañana en la capital argentina y una semana después será distribuido en nuestro país.

Agregados de lujo

Además de suponer el regreso de un texto fundamental de Felisberto, esta edición de El Cuenco de Plata tiene dos plus. Por un lado, recupera el prólogo que Julio Cortázar escribió para la edición de Novelas y cuentos de Felisberto Hernández publicada en 1985 por la Biblioteca Ayacucho. Titulado “Carta en mano propia”, el texto del argentino, escrito en estricta segunda persona epistolar, da cuenta de su admiración por la obra de Hernández y, disimuladamente, establece un juicio crítico sobre ella. Dice Cortázar: “Hablando de faltas, si por un lado me duele que no nos hayamos conocido, más me duele que no encontraras nunca a Macedonio y a José Lezama Lima, porque los dos hubieran respondido a ese signo paralelo que nos une por encima de cualquier cosa, Macedonio capaz de aprehender tu búsqueda de un yo que nunca aceptaste asimilar a tu pensamiento o a tu cuerpo, que buscaste desesperadamente y que el Diario de un sinvergüenza acorrala y hostiga, y Lezama Lima entrando en la materia de la realidad con esas jabalinas de poesía que descosifican las cosas para hacerlas acceder a un terreno donde lo mental y lo sensual cesan de ser siniestros mediadores. Siempre sentí y siempre dije que en Lezama y en vos (y por qué no en Macedonio, y qué hermoso saberlos a todos latinoamericanos) estaban los eleatas de nuestro tiempo, los presocráticos que nada aceptan de las categorías lógicas porque la realidad no tiene nada de lógica, Felisberto, nadie lo supo mejor que vos a la hora de Menos Julia y de La casa inundada”.

Por otra parte, esta publicación de “Las hortensias”... “fija el texto definitivo”, según Russo. Ocurre que la edición estuvo al cuidado de Walter Diconca, nieto de Felisberto y director de la Fundación Felisberto Hernández. Diconca cotejó los textos de las ediciones originales (“Las hortensias” apareció por primera vez en la revista Escritura en 1949, ilustrado por Olimpia Torres) con las copias mecanografiadas por el propio escritor. “Las ediciones subsiguientes tenían erratas graves”, dice Diconca; no sólo había sustituciones que modificaban profundamente el sentido del texto (“violeta” por “violenta”) sino que en algunos casos se omitieron líneas enteras de la obra original.

Editor feliz

Russo habla de una “conexión uruguaya” en El Cuenco de Plata. No es sólo un eslogan: hasta el momento la editorial ha publicado La mujer desnuda, de Armonía Somers; La flor de lis, Misales, Camino de las pedrerías y Relatos eróticos completos, de Marosa di Giorgio, e Historias de películas, del periodista Homero Alsina Thevenet. La admiración del editor por Felisberto viene de décadas atrás. “Las hortensias” es uno de sus relatos preferidos, pero ya en 1975 filmó un largo basado en “El acomodador”, que por problemas con el régimen militar que sobrevino al año siguiente sólo circuló en Europa. “Como editor, quiero ver en mi biblioteca los libros que amo”, dice Russo. Ciertamente se ha dado algunos gustos: fue el responsable de las primeras reediciones de Antonio Di Benedetto -a quien llegó a través de Juan José Saer- realizadas por la editorial Adriana Hidalgo en los años 90, que incluye las novelas Los suicidas, Zama y El silenciero. Actualmente, la editorial tiene una Colección Juan Filloy, en la que publica poco a poco algunas de las decenas de inéditos que dejó este recomendabilísimo autor argentino.

Tierras de la memoria

Conseguir ciertos libros de Felisberto Hernández, tanto aquí como en Argentina (y aun en España), es tarea complicada. Aparte de los ejemplares usados y de ediciones piratas, su Obras completas, editado por la casa mexicana Siglo XXI -gracias a una disposición legal similar a la argentina-, llega esporádicamente y en pequeñas cantidades.

En este sentido, en setiembre habrá otras novedades. Bajo el título Cuentos reunidos, la editorial (también argentina) Eterna Cadencia publicará los relatos El caballo perdido, Por los tiempos de Clemente Colling, Nadie encendía las lámparas, “La casa inundada”, “El cocodrilo”, Tierras de la memoria y “La envenada”. El volumen tendrá alrededor de 260 páginas, y su revisión estuvo igualmente al cuidado de Diconca. Russo está convencido de que las ventas de “Las hortensias” y otros relatos serán un éxito, y basa su expectativa en la cantidad de pedidos anticipados que ha recibido. El factor comercial “es un don agregado a la felicidad de publicar a Felisberto”, dice el argentino, y en este mismo plano comenta que su distribuidor en Uruguay está obligado a traer el libro. “Esperemos que no haya conflictos”, dice en alusión a la parte de la familia Hernández que se opone a la reedición de “Las hortensias”, pero está seguro de contar con el respaldo legal para seguir adelante. “Las hortensias” está dedicado a la tercera esposa del escritor, África de Las Heras. “A María Luisa, en el día que dejó de ser mi novia, 14 de febrero de 1949”, dice el epígrafe, y la discordancia entre el verdadero nombre de su esposa y el apelativo por el que él la conoció son apenas indicios de un episodio de por sí novelesco. Durante su estadía en París, Hernández fue seducido por Las Heras, quien -aunque el escritor jamás lo supo- era una espía de la KGB. Dado su público anticomunismo, Hernández resultó ser una pantalla perfecta para las actividades de la agente soviética en Montevideo. Para el profesor José Pedro Díaz, analista y estudioso de la obra de Hernández, “Las hortensias” -un relato en que un grupo de muñecas es cargado de un inequívoco erotismo- constituye una obra central de la etapa madura de Felisberto Hernández, en que predomina el tema del “espectáculo”, esto es, una visión contemplativa del mundo que lo emparenta con algunos tramos de la obra de Onetti, como el cuento “Un sueño realizado”.