El amor de Platón 11 Mar 2005

El amor de Platón

El País | Montevideo | Redacción

 

DE VEZ EN cuando, la oferta editorial se nutre con este tipo de rarezas que ofrecen a la vez un documento, un testimonio, y en ocasiones una posibilidad de disfrute y entretenimiento.

No es una gran obra narrativa en el estricto sentido literario (si es que este sentido estricto existe) pero es un documento iluminador sobre el pensamiento de un personaje que dio nombre a uno de los "cuadros clínicos" más famosos en el área de la psiquiatría y la psicología: el "masoquismo", fenómeno que usualmente se liga en ejercicio de falsa oposición al "sadismo", ese cuadro "clínico" ligado a la fama (no siempre justificada) del famoso marqués de Sade, por cierto superior como escritor a Leopold Sacher-Masoch.

El amor de Platón no exhibe grandes virtudes literarias, es una novelita simple, de lectura fácil, que podría inducir al aburrimiento si no se constituyera como un elemento más en un conjunto de novelitas de tesis.

La novela se despliega a través de las cartas del joven conde Henryk a su madre. En el epistolario se plasma una extraña atmósfera de morbo, provocado a la vez por el alejamiento de lo físico y por el intento de describir y plasmar el deseo como "cosa en sí", como constructo puramente mental, psíquico.

Leopold Sacher-Masoch (1836-1895, nacido en Lemberg, Galitzia, actual Lvov, Ucrania, muerto en Lindheim, Alemania) desarrolló un ciclo de pequeñas novelas que reunió bajo el título común de El legado de Caín. La intención del autor es abordar, a la manera de los "filósofos" (que hoy llamaríamos "intelectuales") diversos aspectos de la historia natural de la humanidad.

El amor de Platón es la otra cara de la novela más célebre de Sacher Masoch, La venus de las pieles.

El autor se propuso plasmar la perversión materialista del amor en La venus de las pieles, cuya protagonista es Wanda (nombre adoptado luego por Aurora von Rümelin, esposa del escritor).

En El amor de Platón Sacher-Masoch se propone, como es típico de las novelas de tesis, centrarse en la situación opuesta a la planteada en La venus..., esto es: desarrollar una historia (débil como tal, pero poderosa en posibilidades reflexivas) en torno a la perversión idealista del amor. Llama "perversión materialista" a la franca concupiscencia, a la inclinación que hace pasar el "amor" por el ejercicio asiduo del comercio carnal aún en sus formas más bizarras. En el otro extremo estaría la "perversión idealista", que sitúa el amor en una esfera espiritual (lo de "esfera platónica" o "amor platónico" a pesar del consabido lugar común, puede resultar al menos equívoco: los amores del personaje histórico Platón, y sus prédicas en relación con ese ítem, no fueron para nada "descarnadas", no sufrieron una "perversión idealista" que lo alejara del contacto físico). Pero se sobreentiende que Sacher Masoch se refiere desde el título a una relación que se desarrolla en contacto o participación con la "idea platónica" del amor, alejándose de la carnalidad y condición venérea del amor concreto y sus "caracteres accidentales" por oposición a los "caracteres esenciales" del planteo general platónico.

Someter esta obra a una lectura en paralelo con algunos de los más célebres textos de Sade puede resultar, además de más entretenido que la lectura individual, un formidable ejercicio de literatura comparada.