San Foucault 27 Abr 2004

Para tener un panorama matizado de nuestro tiempo

La Gaceta | Jorge Estrella

El lector puede definir sus propias ideas y sentimientos sobre gays y lesbianas.

 

En el prefacio el autor describe la situación intelectual en USA hacia fines de los ochenta, época del “asalto lanzado por los reaganistas contra el feminismo, la libertad sexual, el divorcio, el aborto, la utilización de drogas, las familias no tradicionales, la homosexualidad, el multiculturalismo, la ecología, la separación de la Iglesia y el Estado” (p 12). A ese ataque se oponía una nueva izquierda “que abordaba la política en términos de cultura y de identidades, de significaciones sociales, de luchas simbólicas, de representaciones y de diferencias de raza, de género, o de orígenes étnicos o de sexualidades... influida por el estructuralismo, la semiótica, la reconstrucción, el psicoanálisis, el análisis de los discursos” (p 14). Pero la izquierda tradicional marxista, hostil al reaganismo, también lo era a esta nueva izquierda defensora de “las nuevas políticas del género, de la raza, de la etnicidad, de la sexualidad y de la subjetividad”. El autor confiesa que este libro ha sido escrito contra esa izquierda tradicional, entre otros motivos, porque los años ochenta fueron un momento en el que era necesario desplazarse continuamente hacia la izquierda si se quería permanecer fiel a lo que se era” (p 15).

El libro formula una teoría política gay, y el lector hallará argumentos, historias, anécdotas en favor del reconocimiento de la singularidad cultural de gays y lesbianas. En ese contexto, Michel Foucault aparece como un precursor del movimiento queer (queer: “enfermo, raro, anormal, marica o puta”). Y “si en los años setenta, durante la época del movimiento por los derechos civiles gays, estos decían que eran absolutamente similares a los heterosexuales salvo en la cama, al comienzo de los años noventa, en el movimiento queer, decían que eran totalmente diferentes de los héteros, salvo en la cama” (p 16).

El tono polémico y a menudo agresivo del texto no oculta el ánimo dolido de la víctima social, esa condición de arrinconados en que viven gays y lesbianas (“los gays de Estados Unidos -dice el autor- hemos comprendido que lo que debemos enfrentar para sobrevivir en esta era genocida no son sólo los agentes específicos de opresión, como la policía o los agresores de los gays, ni las prohibiciones formales, explícitas, como las leyes contra la sodomía, ni las instituciones hostiles como la Suprema Corte, sino mas bien las estrategias pregnantes y polimorfas de homofobia que modelan los discursos públicos y privados, saturan todo el campo de la representación cultural”, p 55).

El volumen tiene tres capítulos. El primero (“San Foucault”) justifica este título desde un laberinto de chismes bibliográficos y biográficos; el segundo (“La política queer de Michel Foucault”) contiene las ideas centrales sobre poder, rebelión, resistencia, multiculturalismo, lucha contra el sida, etcétera, que configuran la teoría política gay. Halperin sostiene que en ese ensayo procura responder esta pregunta: “¿Qué vieron los militantes gays en Foucault y específicamente en ‘La voluntad de saber’, que los críticos straight de izquierda no percibieron y por qué?”. El tercero (“La vida descriptible de Michel Foucault”) es un extenso y apasionado examen crítico del libro de James Millar “La pasión de Michel Foucault”.

El libro servirá al lector para definir sus propias ideas y sentimientos sobre gays y lesbianas (discrepando o coincidiendo con el autor) y para tener un panorama matizado de estos tiempos que vivimos.