Michel Foucault 18 Ago 2021

Foucault, el largo porvenir de un veloz guepardo

Revista Ñ | Margarita Martínez

Ampliada y revisada, se reedita la biografía de Michel Foucault firmada por Didier Eribon.

 

En 1989, cinco años después de la precoz muerte de Michel Foucault, su primera biografía, firmada por Didier Eribon, agitaba al mundo intelectual por lo vivo del fresco y las tensiones que ponía en escena. Ya entonces había versiones eruditas de las ideas de Foucault y versiones a la carta, discusiones de cenáculo y figuración en las pancartas de las disidencias. Pero de lo que no había dudas era del cariz vital de la obra.

En el reino animal del pensamiento del siglo XX, Foucault había sido el guepardo, el más veloz. Cuando se lo ubicaba en un lugar relevante por su análisis de la locura y se lo proyectaba hacia el análisis de la norma y el desvío, ya se había desplazado al análisis epistémico de la discursividad moderna con Las palabras y las cosas o Arqueología del saber. Cuando por eso se lo rubricaba entre los especialistas en filosofía moderna, se movía hacia el campo de lo penal y los análisis del poder en Vigilar y castigar. Cuando entonces se lo catalogaba como analista de las instituciones y como defensor de sus perseguidos, un golpe de timón lo orientaba hacia el linaje de la estructura del “sujeto” y el problema de la verdad inquiridos desde el sexo y el placer.

“El porvenir es largo”, decía Louis Althusser a propósito de su propia vida, pero más largo e incalculado es a propósito de una obra cuya génesis fue la ruptura. En aquella primera versión, Eribon hacía dos movimientos paralelos: presentar un panorama del mundo intelectual contemporáneo, con sus voces mayores y menores, pero también congelar varias instantáneas del animal filosófico desplazándose de la teoría a la praxis y dentro de sus propias contradicciones.

Un ejemplo son los capítulos en los que se narra el pasaje de Foucault por el partido comunista francés en la década de 1950, su posterior devaneo con el gaullismo, su militancia activa en el campo penal al crear el Grupo de Investigación sobre las prisiones en 1971, su defensa del retorno de Khomeini a Irán.

Haciendo tras pensar

Quizás a la inversa de lo que manifestó, Foucault siempre parecía estar haciendo, en la práctica, aquello que había pensado en la teoría, y no al revés –orientar sus indagaciones según su experiencia política–. Cuál hubiera sido el Foucault militante de historia de la sexualidad es algo que no sabremos, aunque sí sabemos que no pensó que decirle “sí” al sexo supusiera decirle “no” al poder. Al contrario.

¿Qué nos ofrece esta versión revisada que presenta Cuenco de Plata? A la edición francesa original de 1989, Eribon ya había añadido pasajes y anexos en su reedición de 1991, año en el que se editó por primera vez en español por Anagrama.

La edición de 2011, traducida ahora en una cuidada versión de Silvio Mattoni, incluye elementos entonces inaccesibles: fragmentos de su correspondencia personal –como los que testimonian su pasaje por Uppsala y Varsovia–, la ampliación de algunas tensiones –como la que lo enfrentó con Jacques Derrida o Gilles Deleuze– y el testimonio de Althusser en su autobiografía póstuma.

La última parte del libro, la de la enfermedad y la muerte, fue más abundantemente revisada, tal vez porque el último giro teórico de Foucault coincidía con la exploración de las capacidades y placeres del cuerpo. Hay páginas conmovedoras dedicadas a su amistad con su maestro Georges Dumézil y, en un nuevo anexo, el artículo que Pierre Bourdieu publicara cuatro meses después de la muerte de Foucault. Su relación con Daniel Defert sigue en relativa sombra.

En una entrevista de 2011, Eribon manifestaba haber querido restituirle a la obra su poder en contexto cuando “asistimos a un terrible amortajamiento de Foucault bajo la glosa académica” y, podríamos agregar, bajo las denostaciones directas –por facilitar una supuesta liviandad de conexión conceptual– e indirectas –como su presunta buena conceptualización por parte de la CIA–.

Es lógico. Si el camino intelectual de Foucault fue una sublevación en sí contra las normas según las cuales se pensaba el mundo, tenía que ser también una sublevación contra la forma de vivirlo. Como se dice en la introducción, la fórmula con la que Foucault justificaba su trabajo en los archivos lo contiene por entero: “Una labor paciente que le da forma a la impaciencia de la libertad”.

Michel Foucault
Didier Eribon
Cuenco de Plata
Trad. Silvio Mattoni
480 págs.