De parte de las cosas 20 Sep 2018

Imágenes poéticas para los sentidos

Rosario 12 | Beatriz Vignoli

Dos actividades plásticas relacionadas con el Festival de Poesía de Rosario Acontecieron esta semana. En el Pasaje Pan hubo una función de kamishibai japonés tradicional y en la Alianza Francesa se inauguró la muestra Plonge Ponge

 

El lunes por la noche, una multitud colmó la planta alta del Pasaje Pan (Córdoba al 900). Muchos (más de veinte) entre el público llevaban la credencial que los identificaba como residentes del Festival de Poesía, jóvenes poetas de todas partes del país y de países limítrofes que se deleitaban de asombro al encontrarse por primera vez en sus vidas con la belleza del más que centenario pasaje. Mientras esperaban que comenzara la función de kamishibai preparada por el taller Un triángulo y una calavera, miraban obras en la galería Local 26 o contemplaban la muestra de dibujo y revolvían libros de poesía contemporánea en Laguna, el local de a lado, nueva encarnación de lo que fue el Club Editorial Río Paraná. Laguna sirvió de andén de arribo para poetas invitados al Festival recién llegados, como el entrañable Sergio Kern con su valija de rueditas en la mano, quien fue saludado al instante por un fan de su tira “El Moncholo”.

El kamishibai es un arte de la delicadeza. La velocidad, lentitud y regularidad del gesto con el que cada papel pintado o entintado se desliza hacia la ranura de salida del teatrito de madera constituyen datos estéticos. Antes de abrir la puerta de doble hoja del teatrito hay que sacar por ese costado el papel en blanco que cubre toda la serie. Las talleristas, las artistas plásticas Silvia Lenardón y Pauline Fondevila, se lo recordaban cada tanto a algún distraído.

Cada integrante del taller había dibujado un relato en imágenes a partir de un poema de un autor o autora contemporánea. Contó Fondevila que los poemas fueron pensados como disparadores, que no se trataba de ilustrarlos, ni tampoco de recitarlos a la par de las imágenes al modo del kamishibai japonés tradicional sino de plantear una propuesta más abierta. Los textos igual estaban, listos para llevar a casa gratis, presentes junto con algunas reproducciones en blanco y negro de los dibujos en un fanzine editado por el taller.

Desfilaron así ante ojos atentos, envueltos en los climas que iba creando la inspirada y sostenida improvisación musical por el trío Cromattista (Emiliana Arias en percusión, Jorge Capriotti en guitarras y órgano, y Maximiliano Falcone en guitarra, teclados y secuenciadores), secuencias visuales inspiradas en poemas de Rosa Albariño, Daiana Henderson, Beatriz Vallejos y Fernanda Laguna, de la mano de Dafne Abdala, Luli Anghiliante, Norberto Vera y Cecilia Turrin. Noemí Almis, cuya delicadeza en el manejo del teatrito merece destacarse, jugó una metáfora visual entre redes y escamas a partir del extenso “Diálogo con pescadores”, de María Malusardi. Candela Rosselló se adentró con alta calidad gráfica en las fauces de una serpiente y un lobo imaginados en oníricos rojos y negros por Rocío Muñoz Vergara. Julián Sanzeri convirtió el kamishibai en un cine manual para expresar alegóricamente una situación existencial a partir de un texto del poemario Viernes, de esta cronista, y Lola García Borneman llevó a la abstracción un poema del libro Amarino, de Gilda Di Crosta. Historias todas con mucho río, mucha agua, mucho pez, mucho cuerpo, mucho interior. Pero quien mejor se lució fue Germán Gentile, quien a partir de un brevísimo poema de Marilyn Contardi (“Vagando con mis perros”), desplegó una riqueza de recursos tanto gráficos como específicos del medio y de metamorfosis míticas.

Mientras tanto, en la Alianza Francesa de Rosario (San Luis 846), un jugoso vernissage de gajos de naranja recibía a los espectadores de Plonge Ponge, exposición donde el fotógrafo Luis Vignoli y la dibujante Laura Echenique proponen hasta el 29 de este mes un diálogo de imágenes con cinco poemas en prosa del libro De parte de las cosas, de Francis Ponge. Publicado originalmente en francés bajo la ocupación nazi en París, el libro es un clásico moderno que extiende su influencia hasta hoy y atraviesa todo el objetivismo. Su edición bilingüe por El Cuenco de Plata, con versiones al castellano por Silvio Mattoni, les sirvió de base y puede hojearse en la exposición.

Tampoco las imágenes de Plonge Ponge (un juego de palabras que significa algo así como “zambullirse en Ponge”) fueron pensadas como ilustraciones. Transparentándose en una doble exposición con sus  texturas, el nombre en francés de cada cosa (pan, fuego, naranja) está presente en las fotos de Luis a partir de la edición en su idioma original. Es una relación literal, que acerca lo visual a lo táctil. Laura trabajó en su obra de tesis para la Universidad Nacional de Rosario con “El fin del otoño”, cuyo texto dibujó minuciosamente en sus dos versiones. Y ambos colaboran para rendir homenaje entre disciplinas a un texto de Ponge titulado “Naturaleza”.