Experimento con la India 05 Jun 2015

Crónica de un viaje absoluto

ADN | La Nación | Martín Lojo

 

“Los viajes tienen su propia vocación mistificadora o ilusionista que los hace fascinantes y tóxicos. Para viajar debemos cambiar de disfraz.” Dejar de ser turistas para transformarse en viajero implica el riesgo, y quizá la fortuna, de ir más allá de la planificada posibilidad de ser otro por una quincena para alcanzar una huella que no se busca ni se borra. Experimento con la India del italiano Giorgio Maganelli (1922-1990) es una crónica de este tipo de viaje radical.

Contratado por una revista en 1975 para recorrer el país asiático y contarlo, el autor de Centuria comienza el viaje con algunas escépticas ironías que aluden al Siddharta de Hesse y al misticismo de folleto. Pero al poner un pie en Bombay la travesía se transforma en un fascinante abandono de la mente occidental para dejarse llevar a un mundo donde la vida, sumida en su más cruda miseria, se consume en una festiva y despreocupada devoción espiritual. Manganelli recorre las ciudades de norte a sur siguiendo las infinitas volutas de cada templo, el pliegue barroco de culturas y religiones. Dialoga con cada dios y cada profeta; compureuba el fracaso de los imperios y la política, y el triunfo de todos sus símbolos. Su escritura virtuosa –a la que la traducción de Guillermo Piro restituye la gracia, y hasta contrabandea un arltiano “rufián melancólico”– contagia el asombro y hace verosímil la sensación de estar compartiendo una experiencia, en sí, intransferible: “En la India conocí un miedo próximo a la muerte, vi los ojos abiertos y sin pupilas, los dioses en el columpio, los monstruos y los leprosos; toqué ligeramente el depósito del alma”.