Guirnaldas para un luto 12 Ene 2016

Hugo Padeletti, la alegría del misterio

Ideas | La Nación | Daniel Gigena

Algunas claves para descubrir la obra del poeta santafesino

 

La poesía de Hugo Padeletti se dio a conocer al gran público tardíamente, con la edición, en 1989, de Poemas.1960-1980 por parte del sello de la Universidad Nacional del Litoral. Antes el autor santafesino, nacido en Alcorta en 1928, había publicado dos libros: uno en 1959, con diecisiete poemas, y otro volumen veinte años después. Con la edición de los poemas reunidos su obra se convirtió de inmediato en una de las más singulares del panorama poético local. El cuidado formal, unido a un registro contemplativo de la naturaleza, que capturaba los detalles como si fueran semillas de sentido, conjugaba una experiencia del tiempo personal y mística.

La atención, esa cualidad que Padeletti puso de relieve al titular así un conjuntos de poemas verbales y plásticos en tres volúmenes en 1999, es quizás uno de los vectores de su escritura. Los temas de sus poemas son, según sus propias declaraciones, secundarios: lo que importa parece ser el acto de consistencia y significación al que el poema se aproxima. Padeletti fue docente, ensayista, viajero; muchas veces un viajero quieto, que exploró zonas del pensamiento religioso oriental y occidental con fervor intelectual. Leyó a Simone Weil, a René Guénon, a Rudolf Steiner, al Tao Te King en clave estética. Su manera de asociar el hinduismo y el budismo a la literatura provee un sentido espiritual -a veces cómico, a veces tan sólo resignado- a sus poemas sobre la duración, la vida cotidiana y el entorno natural, considerado una fuente de vitalidad, alegría y misterio. Es también, desde hace muchos años, pintor de tintas y acuarelas.

En una entrevista con La Nación en 2015, señaló sobre sus primeros pasos en la poesía: "Dando clases me sentía útil, y el resto era para mí la escritura; pero los demás me preguntaban cuándo iba a publicar. Yo no tenía necesidad de publicar porque gozaba escribiendo. Y pasaba el tiempo, tal así que una amiga muy querida dice: 'Bueno, yo voy a llevar poemas a una revista para que por lo menos haya algo tuyo, no puede ser que todo el mundo viene de Santa Fe y no hay nada publicado tuyo, esto no puede ser eterno, no publicar puede ser por un tiempito pero no para siempre'. Y caímos con una señora, que consultó con todo el mundo si mi poesía era buena, la gente más importante de acá, algunos más anticuados, otros más modernos. 'No es buena, es excelente', le dijeron. Nunca lo pudo creer. Entonces de lo que yo mandé se quedó con diecisiete poemas que de mala voluntad los sacó. Con mucho disgusto, y fijate vos cómo será esta mujer que después del reconocimiento, cuando ya tengo la obra hecha en Buenos Aires, me llama por teléfono un día. 'Hugo, estoy muy enferma, quisiera saludarlo, me puede venir a visitar?' 'Sí, cómo no.' Bueno, voy allí y me dice: 'Se dará cuenta de que todo esto me lo debe a mí, ¿no?' Estaba enferma y le tuve que decir que sí. Así es la vida".

En 2014, El Cuenco de Plata editó Osaturas, y en 2015 reeditó, con correcciones del autor, Guirnaldas para un luto. Una obra recomendable para conocer a este gran poeta argentino, que el viernes cumplirá 88 años, es El andariego. Poemas 1944-1980, con prólogo de Jorge Monteleone. De este libro, publicado por Fondo de Cultura Económica en 2007, elegimos cuatro poemas.

 

Me he sentado a la puerta y he mirado pasar

los años como ranas hacia el humo.

Los pesados membrillos fueron humo

también. Y las granadas,

alveolada codicia de incendiados

veranos,

se abrieron sin salvarse:

amarilla, astringente, con amargo

sabor medicinal,

la cáscara en el clavo.

 

La modestia

es una virtud indirecta.

A diferencia

de la violeta

no tolera el abono.

Cautamente,

después de una sutura,

surge un tímido brote que requiere

otra poda, otra usura.

 

Still Life

El ángel de madera

desgastado

con su resto de estuco

blanco. El pote blanco

con el ramo de boj.

Aunque corra la hora

del reloj,

el instante

es estanco.

 

"No será lo más fino

pero es mi vino",

dijo el bobo

bebiendo en la azotea.

La pelea

entre el ser y el querer no es el negocio

del arte.

No hay arrobo

sin ocio.

El contrincante

que pierda antes.

Como el gato

el tigre es diferente,

el poema un retrato.