La pantalla diabólica 20 Mar 2014

La atracción hacia lo oscuro

Revista Tónica | Adela Salzmann

 

Lotte Eisner da el inicio del cine alemán con las imágenes opacas de Max Skladanowsky, un canguro boxea contra un hombre, ahí comienza la historia del desdoblamiento. El cuenco de plata publica la primera edición local del libro canónico de crítica sobre cine clásico alemán: La pantalla diabólica, escrito en francés en 1952 por una mujer que fue historiadora de arte, arqueóloga, crítica de cine y teatro, cofundadora de la Cinémathèque junto a Franju y Langlois durante su exilio en Francia. Como amiga de Murnau, Lang, Berger, Pabst, iba a los estudios interesada por los oficios del cine y el trabajo de cada miembro de equipo: eléctricos, actores, camarógrafos, escenógrafos.

En medio de los estudios de cine, en época del “derrumbe del sueño imperialista” se concentró en las particularidades sociales, económicas y estéticas que atravesaba cada película para tratar de entender al cine nacional, pensando si es posible nombrar la existencia de un clima o un estado de ánimo común a las películas de una región y una época sin caer en generalizaciones estancas. Eisner intenta agarrar esa experiencia común de los alemanes que tiende al expresionismo; hay algo que los empuja hacia un pensamiento profundo, la vida dura que se mezcla con una atmósfera que se enturbia con la hiperinflación donde regresan los fantasmas del romanticismo, hay algo en la personalidad alemana con una cierta atracción hacia lo oscuro; una doctrina apocalíptica del estilo que va en contra del “desmenuzamiento atómico del impresionismo” y “la calcomanía burguesa del naturalismo”.

Los capítulos abarcan los primeros años del cine alemán en orden cronológico, trata todas las partes de la filmación, arma una genealogía del film expresionista, es un momento de creación interdisciplinaria, las obras dispersas adquieren impulso después de la Primera Guerra Mundial y ahí llega la gran época del cine clásico alemán. Una forma de hacer películas marcada por la influencia del teatro de Max Reinhardt, el expresionismo en el arte y la dificultad de conseguir recursos que llega a su apogeo en 1926; su decadencia comienza con la llegada del cine sonoro y el nazismo. Lotte Eisner define en este libro los aspectos formales del expresionismo en el cine, y éstos se leen posteriormente de forma directa en libros de teoría como Sombras de Weimar  de Vicente Sánchez-Biosca y en películas del Nuevo Cine Alemán, Wim wenders le dedica Paris Texas y Werner Herzog, El enigma de Kaspar Hauser. Es conocida la anécdota que cuenta cuando Herzog se enteró que su amiga Lotte Eisner estaba enferma y con una brújula en la mano y un par de botas nuevas enfiló por la ruta más corta que conectaba Munich con París: el cine alemán no podía dejarla morir. Lotte Eisner vivió nueve años más y Herzog narró su aventura en Del caminar sobre hielo.

Eisner encuentra las contradicciones que oscilan entre el subjetivismo extremo y el yo totalitario; insiste sobre el ambiente que cambia el carácter, los nórdicos y los mediterráneos. Hay algo en el territorio que transforma, una subjetividad que no se puede escindir de la naturaleza: es naturaleza que en un acto de conocimiento profundo y denso se ve a sí misma en la penumbra. Alemania prefiere la penumbra a la luz, la bruma y los efluvios tenebrosos, la noche que disuelve las formas.