Historias desde la soledad 17 Abr 2014

Narrar lo inolvidable

La Voz del Interior | Gustavo Pablos

La editorial El Cuenco de Plata publicó Historias desde la soledad y otras narraciones, un rescate fundamental a la figura de Walter Benjamin. 

 

El nombre de Walter Benjamin acompaña el pensamiento y la vida intelectual de gran parte del siglo 20, y su influencia actual es inobjetable más allá de posiciones opuestas o divergentes. En paralelo a sus desarrollos teóricos escribió una gran cantidad de textos autobiográficos, como Infancia en Berlín hacia 1900, y otros breves o de mediana extensión, a veces más reflexivos y otras más narrativos, teñidos de la melancolía de quien vislumbra el fin de un mundo sin poder presagiar con nitidez su dirección futura.

La editorial El Cuenco de Plata comenzó el rescate de esta clase de textos con Denkbilder. Epifanías en viaje, y ahora continúa con Historias desde la soledad, volumen que cuenta con un minucioso prólogo de Jorge Monteleone, donde entre otras cosas señala uno de los aspectos que justifica su excelente tarea: “La obra de Walter Benjamin es una escritura que a menudo hay que reconstruir y, en cierto modo, fijar en su fragmentarismo y dispersión”.

Estos textos fueron escritos bajo la atmósfera de ensayos como “El narrador” o el que le dedicara a Kafka, y la mayoría toman sus motivos de sus apuntas de viaje por Marsella, Ibiza, Barcelona, así como de sus peregrinaciones interiores impulsadas por el consumo de haschisch. Algunos fueron publicados en revistas y periódicos pero ninguno en libro, ni tampoco ordenados para una edición futura.

Benjamin reivindica la narración por sobre la novela, a la que ve como un arte burgués e individualista, porque sus historias alcanzan una trascendencia colectiva, incluso las que surgen de los aspectos más privados. Sin embargo, en “El pañuelo”, una de las ficciones del libro, se hace la siguiente pregunta: “¿Por qué se está acabando el arte de contar historias”. Y se responde que el aburrimiento, motivo por el cual un grupo de personas se reúne a contar y escuchar historias, “ya no tiene lugar en nuestras vidas”. Así también se están extinguiendo las demás actividades que “de manera íntima y secreta” se vinculan con la narración (el tejido, el hilado y otras manualidades) y que son realizadas por los oyentes mientras escuchan las historias.

El formato de los más de 20 textos de esta colección se asemeja al de las narraciones clásicas y populares. En “Historia silenciosa”, un joven estudiante vuelve de vacaciones y en el tren ve a una compañera de la universidad, pero su torpe acercamiento confirma y abre aún más la distancia entre ellos; en “La muerte del padre”, el hijo tiene en la criada la ocasión de apaciguar su dolor y confusión; “El palacio D… y” cuenta la historia de un excéntrico barón que dilapida su fortuna ofrendándole bienes reales a un amor imaginario; en “Myslowitz-Braunschweig-Marsella”, un pintor en viaje de placer pierde la oportunidad de ser millonario por la confusión a la que lo entrega una dosis de haschisch. En otro, una melancólica reina ha diseñado una pequeña balanza para medir el peso del mundo; y también está, entre muchos otros, la historia de un hombre que una noche de Navidad está sin compañía, toma alcohol, sueña que sale a dar un paseo, y termina ingresando a un local donde brindan un espectáculo para él solo titulado Un viaje por el año pasado

En el modelo de narración que le interesa a Benjamin, la experiencia y la memoria están íntimamente entrelazadas, el narrador o bien refiere lo que le ha sucedido, o bien aquello que le han contado: su función es transmitir y compartir un saber útil para todos y por eso las historias tienen un sentido colectivo. Pero ante la devastación de la guerra y la llegada del nazismo, incluso más atrás, desde el ascenso de la burguesía, ese saber colectivo ya no puede surgir ni ser compartido porque han cambiado, para siempre, las condiciones de la experiencia.