La perfecta otra cosa 06 Ago 2012

La perfecta otra cosa de Fernanda García Lao

Profética | Redacción

 

La narrativa argentina que se ha recomendado en Profética, (La vocación filosófica de Horacio Corti, Los años 90 de Daniel Link y Una puta mierda de Patricio Pron)  presenta una propuesta que no debe llamarse fresca sino punzante. Libros que nos muestran la desfachatez por medio de personajes inverosímiles.

La literatura  trabaja a favor de aquellos que pretenden modificarla, diversificarla;  y otro trabajo que nos abre el panorama de la literatura argentina es el de Fernanda García Lao, quien nos da una oportunidad de leer algo que se mueve fuera del canon lineal.

En La perfecta otra cosa, libro editado por El cuenco de plata, nos presenta una narrativa polifónica, de voces que atañen a lo difuso, personajes que dan saltos cualitativos, presentándose en diferentes espacios, entrelazando vidas paralelas.

Los hilos conductores, cuando se definen con precisión, tienden a armar una trama que somete, pues se tiene que estar ahí para escuchar lo que sigue hasta el final.

Parece que cada capítulo se puede leer por separado y comenzar desde cualquier punto. Podríamos leer la novela de atrás para adelante y nada pasaría: entenderíamos el conjunto. Son las partes que conforman el todo.

Después de leer esta novela, sería preferible seguir con Muerta de hambre,  otro de sus libros, también editado por El cuenco de plata, editorial que nos ofrece literatura de argentinos que escriben libros que difieren del panorama editorial en español.

Cada país tiene un humor permanente que emana de su política y de sus ciudadanos, por eso cada escritor tiende a interpretar su entorno,  ya sea con misterio o con sorna, con humor y valentía, pues los escritores que se comprometen con algo: trabajo, literatura o conciencia, siempre tienen algo que decir, porque están presentes con sus palabras.

Fernanda García Lao es una representante activa de la literatura argentina, y leerla te abre a otras perspectivas y formas de narración. Recomendable entonces no perder de vista su trabajo y seguir sus pasos, aunque se encuentre lejos-cerca de nuestra consabida presencia.