Apología de Galileo 08 Oct 2006

Condición rugiente del Renacimiento

La Gaceta | Jorge Estrella

Una apología que se editó en 1622.

 

Campanella (1568-1639) pasó 30 años en prisión, y en ella escribió gran parte de su obra. Fraile dominico, enfrentó en varias ocasiones procesos de la inquisición por herejía. La Apología de Galileo fue publicada en Frankfurt en 1622, seis años después de que las hipótesis de Copérnico fueron condenadas por la Iglesia. Por lo cual -como destaca Sebastián Torres en el prólogo de esta cuidada edición- la apología "no era una suerte para Galileo, sobre todo viniendo de manos de un herético telesiano, atomista y antiaristotélico" (p. 16).

En todo caso, el texto de Campanella revela la condición tormentosa de ese Renacimiento que anuncia cambios en Europa pero también un endurecido dogmatismo que se aferra al pasado.La tesis central del autor que merece rescatarse desde una mirada histórica consiste en esto: la búsqueda científica de la verdad no debe ser rechazada ni condenada por los dogmas de la fe, pues esa búsqueda mostrará mejor en qué consiste la obra de Dios ("sin ciencia ni siquiera el santo puede juzgar rectamente", p. 70).

Esa afirmación parecerá trivial hoy, cuando la ciencia no sólo ha ganado su derecho a la libre búsqueda sino que además se ha convertido en la condición para la sobrevivencia futura de nuestra especie. Pero en el siglo XVII europeo el terrorismo intelectual de origen teológico imponía lo que podía decirse sobre el mundo y aquello que no podía sostenerse. Por ejemplo, la autoridad de San Agustín prohibía la existencia de los antípodas (hombres ubicados en el hemisferio opuesto de la Tierra): "Además Firmiano, Lactancio y San Agustín, siendo santos y doctos, negaron la existencia de los habitantes de las antípodas movidos por el celo divino y por el apego a la Biblia, como resulta de los argumentos en ella recabados; es decir que los habitantes de las antípodas no podrían tener su origen en Adán -lo cual es contrario a la Escritura-, puesto que sería imposible el pasaje desde nuestro hemisferio al opuesto, siendo el océano infranqueable" (p. 69). Y nótese que esta autoridad se hacía sentir más de un siglo después de los viajes de Colón.Leer hoy el texto de Campanella, pues, exige tomar en consideración su época. Si alguien se acerca a él creyendo que encontrará una defensa científica de las ideas de Galileo, se verá frustrado. Pues el lenguaje de Campanella es medieval: sólo procura apoyar sus ideas apelando a la autoridad de teólogos, santos y filósofos. "A es B porque X lo dice", es el esquema básico de Campanella.


Galileo, en cambio, estaba reinaugurando el lenguaje que supo encontrar la antigüedad griega en pensadores como Euclides, Eratóstenes o Arquímedes. Y en ese lenguaje lo que cuenta es formular hipótesis expresadas en lenguaje matemático y sometidas al control final de los hechos, no de los dogmas.