Diccionario histórico y crítico 08 Jun 2011

Diccionario de rebeldes y escépticos

La Nación | Silvia Hopenhayn

 

En tiempos de discusiones políticas tan vanas, donde la identidad no se configura en el discurso, sino en alianzas convenientes e imágenes publicitarias, volver a los modos de pensar que tenían que vérselas con los dogmas del catolicismo o el protestantismo en la primera Ilustración es un desafío al estatuto de la palabra actual.

La rebeldía en épocas enciclopédicas se valía de argumentos sustanciosos; políticos e intelectuales se jugaban por lo que decían, y en muchos casos también escribían. Es un deleite encontrarse con textos heterodoxos de otros siglos, verdadero ejercicio de esgrima retórico y una audaz lección de ética.

Un maravilloso ejemplo, que puede ser leído cómodamente por partes, es el Diccionario histórico y crítico, de Pierre Bayle, recién editado por El cuenco de plata. El libro cuenta con una introducción y notas de Fernando Bahr (además de la traducción) que propician, con alegría y erudición, la entrada en este polémico Diccionario , del que se alimentaron Voltaire y Diderot y que fue juzgado por Federico II de Prusia semejante a una Biblia, "proponiendo legendariamente que los ministros juraran sobre él".

Para entender su alcance, recordemos que Pierre Bayle (1647-1706) fue catedrático de filosofía en Francia y en 1682 tuvo que exiliarse en Rotterdam, donde ocupó el cargo de profesor de filosofía e historia. Allí compuso su obra crítica, mezcla de historia, periodismo y literatura. Su primer ataque, sabio y mordaz, fue la publicación dePensamientos diversos sobre el cometa de 1680 (ya entonces el Halley), en el que apuntaba a desarmar supercherías de su tiempo. A partir de allí prospera su defensa de la moral y la ética por fuera de la religión; intenta separar la figura del ateo de la del vicioso amoral, con la intención de demostrar que era posible la existencia de una sociedad integrada sólo por ateos.

En su Diccionario histórico y crítico aparecen varios escépticos famosos, como Pyrrhon, Arcesilas, Zénon, Charron. También Spinoza, según Bayle, "un ateo del sistema, con un método totalmente nuevo", y Lucrecio, de quien afirma que "jamás hombre alguno negó con tanta audacia la providencia divina". También incluye otro tipo de figuras, destacando su aspecto rebelde, desde personajes bíblicos, como David, hasta jurisconsultos, teólogos, reyes, reinas, cortesanas, artistas, médicos.

Cada retrato tiene dos partes, una exclusivamente biográfica y otra con anotaciones punzantes sobre aspectos de la vida y la obra; hay "aclaraciones", como por ejemplo la que advierte "de qué manera es preciso considerar lo que he dicho en relación con las objeciones de los maniqueos". Según Bahr, "lo que Descartes se había propuesto lograr en el terreno metafísico, este diccionario se lo propondría en el terreno histórico (...) Conseguir que la historia alcance el grado de confiabilidad que han alcanzado otros saberes". Confiar o confinar, ésa es la cuestión.