Gombrowicz en Argentina 11 Oct 2008

La detective salvaje

ABC | Madrid | Redacción

 

El 7 de abril de 1963, Witold Gombrowicz -después de veintitrés años de exilio- se encuentra en un barco hacia Europa. En su cuaderno, hace las cuentas: ha pasado 9.490 días en Polonia y 8.395 en Argentina. Casi la mitad de su existencia. Durante la década siguiente, su viuda Rita irá a Buenos Aires a buscar el rastro del autor de Ferdydurke. El resultado es este libro donde cohabitan los testimonios de quienes conocieron al escritor polaco.

La compiladora opta casi por desaparecer. Me pregunto si Roberto Bolaño conocía este libro (con primera edición de 1984), porque el mecanismo narrativo recuerda a la parte central de Los detectives salvajes. Los escritores, diplomáticos polacos y compañeros ajedrecistas de Gombrowicz declaran los pormenores de su relación con el escritor. En algunos casos se trata de breves entrevistas, pero la mayoría de las veces constituyen testimonios en primera persona. Pese a que se contrapunteen con fragmentos del Diario de Gombrowicz y con otros textos autobiográficos suyos (como la correspondencia con Martin Buber), la sensación es de estar asistiendo a una reconstrucción sobre un centro vacío. Como si el cuarto de siglo de exilio fuera un agujero negro y a su alrededor la memoria de los testigos se resistiera a ser engullida.

Obviamente, el libro insiste en los elementos que han hecho de esa estancia en Buenos Aires un mito de la literatura contemporánea. El ajedrez cotidiano en el Rex, la traducción colectiva de la obra maestra, la famosa cena en que conoció a Borges (quien siempre le ignoró, personal y textualmente). Pero el volumen también trasciende los tópicos. Por ejemplo, en boca del cubano Humberto Rodríguez Tomeu -integrante del equipo de traductores-, escuchamos acerca de la rivalidad extrema entre Piñera y Gombrowicz, acompañada de un grandísimo respeto. Y a través de Alejandro Rússovich -la única persona con quien convivió, en habitaciones colindantes de una pensión-, nos acercamos a las contradicciones de una personalidad extraordinaria (cercanas a las que muestra el Borges de Bioy). Una lectura más distante permite observar otro conflicto que late en la vida porteña de Gombrowicz: el de la emancipación latinoamericana de «la tutela de París o de Londres». También en ese sentido el autor de Pornografía fue un maestro paralelo al autor de Ficciones; pese a sus actitudes vitales divergentes.