Escenas en el castillo 24 Abr 2008

Naufragios existenciales

La Voz del Interior | Antonio Oviedo

 

El título elegido por Paul Gadenne (1907-1956) para este libro no corresponde a ninguno de los relatos recopilados en el volumen. Quizá, tal como lo supone acertadamente Silvio Mattoni (traductor y autor del prólogo), la palabra "castillo" haya irrumpido en los últimos días de vida de Gadenne. Cuando permanecía internado en alguno de esos castillos alpinos donde cada tanto intentaba curarse de la tuberculosis: las 553 páginas de su novela Siloé (1951) son al respecto muy elocuentes ya que narran la adquisición de un angustioso conocimiento de la muerte surgido de dicha experiencia. 

Tampoco, asimismo, podría dejarse de lado el título homónimo de la gran novela de Kafka, o el de la de Horace Walpole (situado en Otranto), lugares por antonomasia de la literatura. Lugares, asimismo, que no cancelan sus lazos con el exterior y al mismo tiempo evocan el aislamiento que la escritura parece solicitar. En tales espacios se consuman las "escenas" gadennianas de estas narraciones. 

Su temprana muerte no le impidió a Paul Gadenne forjar una obra que incluye un total de siete novelas, un libro de poemas y otro de ensayos literarios. En español, la editorial Per Abbat publicó Baleine (no se tradujo ex profeso este vocablo) y La calle profunda en 1985 y 1986, respectivamente, y Andrés Bello de Chile sacó en 2000 un conjunto de tres relatos (Ballena, El intelectual en el jardín y Baile en Espelette), éstos últimos reunidos ahora en Escenas en el castillo. 

Los 14 textos de este volumen aparecieron entre 1940 y el año de la muerte de Gadenne. Esto quiere decir que trazan una suerte de paralelismo con el resto de la producción del escritor francés. Contienen, por lo tanto, el núcleo más concentrado del prodigioso dispositivo de la ficción concebida durante ese lapso por el autor. Es más, la siguiente hipótesis merece ser tenida en cuenta: la nouvelle Baleine, aun cuando fue publicada hacia 1949, atesora sutilmente dentro de sus breves páginas la mayor parte de las líneas que los demás textos –anteriores y posteriores– desarrollan mediante sus historias. 

No resulta caprichoso subrayar que dichas líneas operan más allá de cualquier esquema, tienden a adoptar matices inesperados. Antes que nada, un cariz que de modo frecuente suscitan las situaciones argumentales es el de la diafanidad; en todos los casos, sin embargo, esas situaciones diáfanas son objeto de malentendidos, de ambigüedades, de presagios que acechan, causan incertidumbre, demoran la llegada de un horizonte sin sombras. 

Coincidentemente, quienes transitan por el mundo verbal de Gadenne parecen sucumbir a extravíos territoriales y simbólicos, sus rumbos a menudo son agitados por titubeos, por rechazos a conductas estereotipadas. 

Semejantes vaivenes subjetivos suelen, por consiguiente, hallar sus correlatos en unas conciencias atravesadas por cruciales desamparos proclives a manifestarse en un "estado de pesadumbre permanente", según palabras del crítico Vincent Wackenheim. Y sean las rivalidades adolescentes, la avidez por los libros, la inestabilidad que incuba momentos de derrumbe existencial o esa mítica ballena blanca varada en una playa, una idéntica suerte se abate sobre esas criaturas agobiadas por inciertos naufragios.