Sobre los maravillosos secretos de la naturaleza 28 May 2007
El Litoral | Redacción
Obra execrable que la Sorbona prohibió y ordenó quemar, "De admirandis Naturae Reginae Deaeque mortalim arcanis" acumula argumentos dirigidos a la defensa de un naturalismo absoluto, al extremo de identificar a Dios con la Naturaleza y negar el concepto de un alma inmortal. Y el 9 de febrero de 1619 el Parlamento de Toulouse condenó a muerte a un italiano conocido bajo distintos nombres, a quien ese mismo día se le cortó la lengua con una tenaza y fue ahorcado. Poco tiempo después se reveló que este condenado era en realidad el "Dr. Vanini", Lucilio (que firmaba sus trabajos como Giulio Cesare) Vanini, autor de aquel libro "ateo y blasfemo", "Sobre los maravillosos secretos de la Naturaleza, reina y diosa de los mortales", cuyo Libro IV ha sido editado con cuidadosa presentación y traducción por la editorial El Cuenco de Plata.
El libro consta originalmente de 60 diálogos entre Julio César (el propio Vanini) y un interlocutor llamado Alejandro. En los 11 diálogos que presenta esta versión castellana, se habla de "La religión de los paganos", de Dios, los oráculos, las sibilas, los endemoniados, las imágenes sagradas de los paganos, los augurios, la brujería y los sueños, entre otros temas.
Fernando Bahr, que traduce estos diálogos, escribe en su prólogo que según Pierre Bayle había "dos clases de ateos, los insensatos que negaban a Dios entre copas y chanzas con sus amigos para recordarlo por las dudas un minuto antes de morir y `los hombres graves, alejados de las voluptuosidades y de las vanidades de la tierra' que padecieron `la desgracia de haber sido conmovidos en profundidad por cierto principio que, después de haber seguido con excesiva prolijidad sus consecuencias, se han encontrado finalmente persuadidos"'. Fue así que Vanini, según Bayle, se habría elevado a la dignidad de "mártir del ateísmo".