Cronenberg por Cronenberg 26 Nov 2021

El interior vive: Cronenberg por Cronenberg

La diaria cultura | Uruguay | Martín Bentancor

 

Una criatura excrementicia se arrastra por el pasillo de un edificio en procura de un cuerpo humano en el que anidar; una protuberancia cónica emerge desde el fragmento de piel injertado en una axila para atravesar otro cuerpo y succionarle la sangre; una cabeza explota en mil pedazos al ser explorada por un escáner; un hombre que se está convirtiendo en un insecto gigantesco ve cómo se desprende y cae al piso una de sus orejas; una mujer muerde la materia necrosada que mantiene unidos a dos hermanos gemelos; una máquina de escribir arácnida se comunica a través de una boca con forma de esfínter. Como pocos, el cineasta canadiense David Cronenberg ha dotado al imaginario fílmico de una galería tan personal como perturbadora de criaturas que buscan escapar a las limitaciones del cuerpo para manifestarse en su verdadera naturaleza.

Las entrevistas que integran el libro Cronenberg por Cronenberg, realizadas y editadas por el productor, director y escritor Chris Rodley, constituyen una inmersión detallada y esclarecedora en el universo de un creador que ha mantenido una lucha constante para filmar lo que quiere, sin concesiones al público ni a los grandes estudios, asumiendo los riesgos de su empecinamiento durante décadas y forjando, así, una filmografía única, tan repelida como reverenciada.

A lo largo de 12 años –desde 1984, cuando Cronenberg trabajaba en el guion y el diseño de la que iba a ser su siguiente película (Total Recall, de la que terminó desentendiéndose tras diversas peleas y frustraciones, para ser dirigida luego por Paul Verhoeven), hasta 1996, cuando le aplicaba los últimos retoques a Crash, su versión de la novela homónima de JG Ballard–, Rodley siguió de cerca las idas y vueltas del cineasta, entrevistándolo en diversos momentos de su trabajo. Es por eso que el libro sigue al detalle la carrera de Cronenberg a partir de sus primeras aventuras con una cámara hasta el estreno de la mencionada Crash, en un arco de 30 años de actividad que deja fuera a las películas posteriores, desde eXistenZ (1999) a Maps to the Stars (2014).

Nacido en Toronto el 15 de marzo de 1943, David Cronenberg tuvo una infancia apacible, muy ligada a las inquietudes intelectuales de los padres, que lo acompañaron en su frustrado intento de convertirse en músico y que alentaron, de una u otra forma, su gusto por la ciencia y por la literatura. Es en la propia infancia donde el cineasta encuentra los cimientos de la recurrencia posterior a los parásitos, esos entes que se incuban en el cuerpo, que trabajan para alcanzar la autonomía de la estructura que los alberga y que no necesariamente deben tener consistencia física. Así, para explicar la importancia del fenómeno en sus primeros largometrajes –Shivers (1975) y Rabid (1976)–, Cronenberg señala con precisión la génesis: “Los parásitos provenían de la fascinación de mi infancia con el microscopio y los insectos. La mayoría de los chicos no se concentra en observar a una mantis comiéndose a una langosta. Para mí había cierta belleza en eso, en la observación nítida e intelectualmente satisfactoria que permite un microscopio. Mucha gente no entiende esa predisposición”.

Además de no pasar desapercibidos para la crítica y el público, pese a su precaria distribución, aquellos primeros films “parasitarios” de Cronenberg se constituyeron en piedra fundante de un elemento que recorre toda su filmografía, al menos la que se repasa en este libro –a los dos títulos antes nombrados se suman Fast Company (1979), The Brood (1979), Scanners (1980), Videodrome (1982), Dead Zone (1983), The Fly (1986), Dead Ringers (1988) y M Butterfly (1993)–, y que tiene que ver con el asunto del cuerpo, su intrincada y misteriosa constitución y mutación, en una obsesiva veta creadora que le da forma a lo que cierta crítica ha definido como “terror corporal”. Todo eso descansa en una concepción algo fantástica de la realidad del cuerpo humano que el propio Cronenberg define al decir que “lo que hay siempre es un elemento sexual acompañado de otros físicos. He visto estómagos de personas moverse; nudos estomacales provocados por la tensión. La sensación es que algo se debate por salir afuera. Es muy sexual; el interior vive”.

La lectura cronológica de las entrevistas compiladas en este libro permite un acercamiento importante a la mente de un realizador comprometido sólo con los dictados de su propio genio, que se presenta sin autocomplacencia, asumiendo los errores en los que incurrió dos por tres y sin perder de vista los límites entre autoría y los parámetros de la industria.

La lectura de Cronenberg por Cronenberg es una buena oportunidad para repasar cualquiera de los títulos que integran su vasta filmografía, a sabiendas de que el mal que perturba al protagonista de turno, y por su intermedio al espectador, se hace fuerte y se encuentra agazapado en su propio interior, y que muchas veces la muerte, para bien o para mal, no es el fin.