Teatro completo 16 Sep 2018

Teatro de la crueldad

Radar Libros | Página 12 | Susana Cella

Aunque confesó que fue al teatro una sola vez, a ver una puesta de Shakespeare, Witold Gombrowicz cultivó la dramaturgia en algunos momentos claves de su vida, como la salida al exilio, su regreso a la literatura después de la guerra y la culminación de sus reflexiones acerca de la inmadurez. Ahora el cuenco de plata publica su Teatro completo con traducciones directas del polaco.

 

Como en aquella conferencia que pronunciara en 1947 en el Centro Fray Mocho de Buenos Aires, “Contra la poesía”, también Witold Grombrovicz expresó su desinterés por el teatro y admitió haber ido una sola vez a ver una obra de Shakespeare. Y sin embargo a su obra narrativa y diarios se suma la teatral, estrechamente ligada a aquellas tanto porque hubo alternancia de escritura de unos y otros textos como porque en todas se evidencian sus concepciones acerca de los individuos y la sociedad. 

Las cuatro piezas teatrales no son realistas, por el contrario, las situaciones son inverosímiles o disparatadas, hay caricaturizaciones. ironías y cierta cualidad grotesca sobre un transfondo cruel y despiadado, por tanto, no se trata de comedias, no hay finales felices ni soluciones de los conflictos, más bien constataciones amargas de una realidad inmodificable y ecos que resuenan como clamores desesperados o resignados.

Antes de su venida a Argentina, escribió su primera obra dramática, Yvonne, Princesa de Borgoña, iniciada en 1933 y simultánea a la composición de dos novelas cortas: Philidor doublé d´enfant y Philibert doublé d´enfant que fueron incorporadas a una de sus más famosas narraciones, Ferdydurke, de 1935. Yvonne... se sitúa en un ambiente cortesano. La protagonista es una dama fea, desagradable y parca (casi no habla) cuya presencia va a trastocar lo que tanto se afanan los monarcas en preservar: las formalidades. Cuando el príncipe, contrariando toda esperable perspectiva de propuesta matrimonial, la elige, parece una broma al principio pero va adquiriendo seriedad. La tensión entre “mantener las formas”, reiterada en los parlamentos, se contrasta con momentos en donde asoman verdades ocultas hasta el deseo de eliminar a la discordante. El crimen se torna válido si se hace, como dice el rey: “con altivez, desde arriba, se puede hacer de todo: cualquier estupidez, ni que sea la más estúpida, tanto incluso que nadie se atreva a sospechar nada”. Y nada es sospechoso, nada impide que se mantenga el orden establecido que todos van a acatar, incluso el príncipe cuyos desafíos desataron el generalizado conflicto. 

Luego de Ferdydurke, Gombrowicz comenzó El casamiento, escrita en 1947 en polaco y publicada castellano al año siguiente de la aparición de la traducción argentina de Ferdydurke. El regreso de la guerra evidencia un antes y un después de la contienda, sin posibilidad de reparación. El protagonista Enrique y su amigo Pepe llegan a un lugar ruinoso, Enrique convierte a su padre en rey y le pide que le permita casarse con su deshonrada novia María. Pero luego Enrique se proclama rey y quiere casarse a sí mismo. La obra muestra un drama familiar donde los recuerdos sólo son frases devaluadas y lo que se ve es la ambición de poder, la relación filial deviene en violentos actos azuzados por intrigantes y traidores. Lo que se desea, lo que se sueña y lo que acontece muestran un estado de cosas inestable y caótico. El tema de la guerra, su huella en los vínculos familiares y amorosos, en la vida en su conjunto, se encuentran tanto en esta pieza teatral como en la novela Pornografía. 

La presente edición retomó el texto compuesto por Gombrowicz y Rússovich, en una singular confluencia: “Yo no dominaba el polaco”, evocó Rússovich en 2010, “pero Witold me recitaba el texto en su polaco expresivo y vibrante para lograr, al menos en parte, una sonoridad y un ritmo similar en castellano”. Gombrowicz escribió en su prefacio a la edición argentina: “En tanto que otros dramas pretenden encontrar la forma más perfecta para tal o cual conflicto de ideas, sentimientos, personajes, este se ocupa de nuestro conflicto con la Forma misma... No sólo el héroe de este drama, sino también su autor, yo mismo, estamos aquí sujetos a este proceso de formación continua y las terribles amenazas de la Estupidez y de la Ridiculez, de lo Falso y lo Inauténtico no se ciernen solo sobre la cabeza de Enrique” (el protagonista de El casamiento). 

Los parlamentos en verso se intercalan con la prosa, y en la versatilidad de los sucesos, diálogos y monólogos se entremezclan. Olvidar lo pasado, que la novia se convirtió en sirvienta para todo servicio, escuchar que “A millares de muchachas les sucedió lo mismo” por la guerra, no sirve más que para incentivar burlas y peleas. Su compañero de regreso no soporta la situación deplorable azuzada por los bufonescos borrachos y la boda se trueca en muerte. 

El siguiente texto, Opereta utiliza el símbolo del traje para referirse a la historia del siglo XX. Hay un marcado trascurrir del tiempo, desde el primer acto que comienza aproximadamente en 1910, otra vez un ambiente cortesano, en el que la importancia del atuendo hace que se destaque Fior, maestro de la moda. El ambiente festivo del castillo, donde Charme y Firulete rivalizan por Albertina, quien entre ensoñaciones alaba la desnudez, cambia radicalmente en el segundo acto, con el castillo en ruinas, han pasado las guerras y acabado con el mundo anterior. En el último acto se mezclan las identidades, así aparecen fundidos el Príncipe Lámpara, el Párroco Mujer, la Princesa Mesita. Se multiplican las acciones y la sucesión de exclamaciones y preguntas de los personajes, en medio de una tempestad. Es Fior quien declara: “Muy fácil decir: ¡introduce una nueva moda! / ¡Crea nuevos modelos! ¿Nuevos? ¿Pero cuáles? / ... La moda no puede ir contra los tiempos. / La moda es el tiempo. ¡La moda es la historia!...”; los demás reafirman esa conclusión. El galope indetenible continúa involucrando a todos los personajes, marcado ese ritmo desatado por continuos gritos e imprecaciones mientras que la muchacha que soñaba la desnudez no comprende –por lo que le han hecho– por qué la alientan ahora a quedar “eternamente joven desnuda”. 

Gombrowicz había comenzado a escribir Historia en 1951. Culminó Opereta en 1966. Y aquella Historia quedó inconclusa. Aunque relacionada con Opereta, hay diferencias. Aquí varios personajes poseen nombres propios de figuras históricas: el Zar Nicolás II, el Emperador Guillermo II, el líder nacionalista Jósef Pilsudski, se mencionan también a Hitler y a Stalin, pero además el protagonista es el propio Witold quien va a dialogar con los monarcas y a discutir con Pilsudski. Por otra parte, el motivo del vestido de Opereta cambia, ahora son “pies descalzos”. Witold desarrolla largos monólogos así como intervenciones ante las autoridades. 

Esta edición, con una nota editorial acerca de los textos y ediciones ofrece la posibilidad de leer la obra dramática completa del autor de Ferdydurke, así como la ventaja de la traducción directa, a cargo de Boena Zahoklicka, Pan Freixa, Alejandro Rússovich, y –por el contacto con una lengua que no pudo sino escuchar y hablar (aun si declarara que con poco mérito) durante los veinticuatro años argentinos– también del autor, Witold Gombrowicz.