La flor de lis 30 Ago 2004

La vida entera

Radar libros | Página 12

 

Escritora de culto, secreta como una contraseña hasta no hace tantos años, Di Giorgio supo deslumbrarnos con la edición en Arca, de Montevideo, de Los papeles salvajes (cuyo primer volumen, de 1989, reúne la obra escrita entre 1954 y la fecha de publicación: Poemas, Humo, Druida, Historial de las violetas, Magnolia, La guerra de los huertos, Está en llamas el jardín natal y Clavel y tenebrario, un libro ineludible para todo amante de la poesía, y cuyo segundo tomo abarca los libros escritos entre 1979 y 1991, ambos reeditados en Buenos Aires por Adriana Hidalgo en el 2000 y celebrados con el Premio Internacional de Poesía en Lengua Castellana del Festival de Medellín en el año 2001). 

Hasta la actual publicación de los poemas de La flor de lis, Di Giorgio destiló sus talentos en una prosa fronteriza, que tiene tanto de poesía como de teatro sin escena o forma líbera y heterodoxa: Misales (1993, traducido al francés), Camino de las pedrerías (1997), Reina Amelia (1999) y Rosa mística (2003) son textos en los que se pueden leer las varias y ricas modulaciones de una voz siempre mutante y, no obstante, siempre fiel a su armonía anómala. Recibió la beca Fullbright, y sus poemas y relatos fueron traducidos al inglés, francés, portugués e italiano. Pero, más allá de la letra impresa, los recitales de Di Giorgio (de los que el CD Diadema es una muestra excelente) subsisten en ese otro tiempo y espacio de la escucha y el deleite sin límite, esa oportunidad de participar de la presencia del poema, que late en la caída de cada pétalo de los que Marosa desleía en vivo, hoy, ahora.