Primavera de perros / Flores de ruina 17 Oct 2014

El vasto territorio de la memoria

El Observador | Montevideo | Valentin Trujillo

La sorpresa en la elección de Patrick Modiano como ganador del Premio Nobel de Literatura es una linda excusa para acercarse a la obra de este hombre obsesionado con el pasado.

 

Nada de Murakami, nada de Philip Roth. Adiós a los nombres consumidos por las masas de lectores en el mundo (por lo menos por este año) y a los escritores favoritos y taquilleros (además de talentosos, claro). El premio gordo, nada más y nada menos que el Nobel de Literatura, se lo llevó el novelista francés Patrick Modiano. Ahora, si uno analiza con minucia las últimas elecciones de la Academia Sueca, rara vez gana alguno de los favoritos. Una fija entre los que debían premiarse entre las décadas de 1980 y 1990, me refiero al peruano Mario Vargas Llosa, obtuvo el galardón cuando ya nadie creía en él, cuando todos se habían olvidado siquiera que estaba en la lista, en 2010.

Si los muchachos de Estocolmo poseen un método, seguro que es la imprevisibilidad. No hacen ganar a los favoritos (ni de la lectura, ni de las encuestas, ni de las apuestas online), sino que en muchos casos obtienen el premio los menos pensados.

Este 2014 no fue la excepción. Muy poco conocido fuera de las fronteras de Francia, Modiano es un escritor que desarrolló una obra escrita básicamente dentro del género narrativo, aunque eventualmente también ha pisado los terrenos del guion cinematográfico (colaborando, por ejemplo, con Louis Malle), así como escribió hace una década su autobiografía.

Las obras que lo hicieron famoso en su país las escribió entre finales de los años de 1960 y mediados de 1970.

Luego, casi por 30 años fue reconocido como un buen escritor que había quedado dentro del ámbito de lo previsible, porque como un músico obsesionado en ejecutar las mismas escalas, Modiano siempre vuelve a tocar los acordes del recuerdo, de la identidad, de la búsqueda y el revolver en el pasado las claves que componen una vida. Sus personajes se exploran a través de su paso por el tiempo, dentro de ese vasto e infinito mundo que es el de la memoria.

Las circunstancias de su propia vida, haber nacido en París dos meses después de que terminara la segunda guerra mundial, y su origen entre judío italiano y flamenco, también condicionan sus historias.

El libro más conocido de Patrick Modiano es La calle de las tiendas oscuras, de 1978, que narra la historia de una especie de Edipo policial en el mundo moderno, que debe investigar su propia identidad con el fin de poder resolver la trama en la que se haya envuelto.

Pero el único que leí es Primavera de perros (Chien de printemps, de 1993), en una publicación de la editorial argentina El Cuenco de Plata. Se trata de la historia de un muchacho que en los años 60 tiene 19 años y estando con su novia en un café parisino (el mundo modianesco se mueve siempre por allí) ve que un hombre comienza a tomarles fotografías. A partir de entonces, ese muchacho traba relación con el fotógrafo y sus peripecias vitales. Varias décadas después, el encuentro fortuito con esa foto del café hace que el protagonista inicie un viaje hacia el pasado en busca de respuestas y explicaciones. Modiano vuelve a tocar su melancólica melodía literaria.

Los premios son premios, y nada más. No le agregan ni le quitan nada a la obra de un escritor, que, buena o mala, está esperando intacta en las páginas.

Pero este Nobel es una linda excusa para abordar a un autor que prioriza la prosa directa y las oraciones cortas y bien escritas para engarzar historias que se estructuran como cimiento de esa cosa tan voluble como el recuerdo. Porque en definitiva, toda historia nos obliga al ejercicio de imaginar un mundo que de alguna forma está perdido, pero a la vez está recuperado en el momento que lo leemos.