27 Nov 2016

Jonathan Rosenbaum: "El cine sigue siendo un evento social, pero de otro modo"

La Izquierda diario | Diego De Angelis

Como parte de la sección "Charlas con maestros", el lunes 21 se realizó un encuentro con el crítico de cine Jonathan Rosenbaum. [Mención a la obra de Langlois]

 

La notable programación del 31°Festival Internacional de Cine de Mar del Plata continúa. El lunes 21 se realizó una nueva conferencia, en el marco del ciclo Charlas con Maestros. El público presente tuvo la oportunidad de escuchar esta vez a uno de los críticos más interesantes de la crítica cinematográfica: Jonathan Rosenbaum.

Durante años columnista del Chicago Reader y de prestigiosas revistas como Film Comment y Traffic, en la actualidad y hace algún tiempo, Rosenbaum publica sus escritos en su propia website. Su trabajo podría definirse a partir de una permanente dedicación a problematizar y reconfigurar el siempre polémico canon cinematográfico. Una búsqueda por recuperar directores olvidados, por descubrir a nuevos y desconocidos. En el Festival participa como Jurado de la Competencia Internacional.

El crítico argentino Roger Koza, moderador de la charla, inició la conferencia con una consigna, solicitada especialmente por el propio Rosenbaum. La consigna determinaría la dinámica del encuentro: el público iba a tener la posibilidad de preguntarle al crítico norteamericano lo que considere oportuno. Rosenbaum insistirá, durante la charla, con la necesidad de conocer a los asistentes, de establecer entre todos un diálogo sobre cine.

La primera pregunta de Roger Koza fue sobre el legado de Henri Langlois, uno de los fundadores de la Cinemateca Francesa –hace poco la editorial El Cuenco de Platapublicó el imprescindible Memorias de un cinéfilo (Escritos sobre cine)-. Rosenbaum recordó las posibilidades que ofrecía la Cinemateca para los buscadores de otro cine: “Langlois fue el instigador de una visión muy particular de la historia del cine. Porque uno podía ir a la Cinemateca, ver una película de un período particular, de un país completamente distinto. Esto creaba una temporalidad extraña. Cualquiera podía ver cualquier film, cualquier día, y podía hacer dialogar a Dreyer, Cassavetes, Mizoguchi”. El crítico norteamericano subrayará la concepción democrática del cine que proponía Langlois: “Para él todo el cine era valioso. Todas las películas tenían la posibilidad de ser exhibidas. Langlois lo que hacía era revaluar las películas constantemente”. Rosenbaum manifestará que el trabajo de Langlois alcanzó a influir no sólo a directores y críticos del pasado, sino también en la cultura del presente. En la actualidad, según su opinión, existen jóvenes cinéfilos que saben más de lo que él mismo sabía cuando tenía la misma edad: “Tienen más interés por las películas de Bresson que los propios admiradores de aquel momento”, expresará.

Rosenbaum se ocupará también de la situación de la crítica cinematográfica contemporánea. Se referirá, a partir de su propia experiencia, a los cambios que se produjeron en la escritura y lectura de crítica: “El camino que fui tomando fue bastante peculiar. Ahora tengo audiencias más pequeñas. Antes, en el sitio web del Chicago Reader, mis notas tenían 130.000 visitas por semana. Ahora, en mi propia página tengo entre 800 o 1000 visitantes diarios. Me doy cuenta que estas personas están más interesadas por la crítica, sus respuestas son más intensas. No me veo como un crítico de antes, sino como miembro de una comunidad. Trato de compartir con ellos mis ideas”. En ese sentido, Rosenbaum se diferenciará de sus colegas, quienes piensan que la interacción y participación activa del público puede llegar a ser nociva para su supervivencia. Por otro lado, formulará la existencia de dos clases de críticos. Aquellos que se consideran objetivos y aquellos que saben que nunca pueden llegar a serlo. “Los críticos tienen que saber que son subjetivos y que están mostrando sus ideas, pero hay muchos críticos que dicen que están siendo objetivos cuando en realidad no lo son”, afirmará.

En cuanto a las posibilidades que ofrecen los nuevos medios, Rosenbaum apuntará sus ventajas y posibles riesgos. Mencionará el mayor acceso a films de distintos lugares del mundo, pero también la falta de acceso al conocimiento que le permita al espectador realizar una búsqueda precisa sobre lo disponible: “Si bien Internet promueve mayor accesibilidad, si el espectador no sabe qué buscar, va a quedarse con las cinco películas de la semana que ofrecen las grandes compañías”, advertirá. Ante los reclamos de sus colegas por la participación masiva de personas dedicadas a escribir críticas de cine, señalará: “No creo que los no profesionales les hayan sacado lugar o espacio a los profesionales. La diferencia es que a los profesionales les pagan. El problema es que los diarios no están contratando a críticos para escribir sobre cine”, señalará.

A su vez, Rosenbaum hablará de la Revista Traffic, que edita a Sergey Daney. Subrayará la importancia de la tradición francesa, que suele disponer de una amplia perspectiva crítica, dedicada no solo al cine, sino también a la literatura. Celebrará su estilo, determinado por un tipo de escritura más íntima y personal: “No son críticas que se parecen a las que publica Times o Cahiers du Cinema, sino que se parecen a cartas de un amigo, entradas en un diario íntimo, incluso poemas”. 
Uno de los concurrentes a la conferencia le consultará sobre una supuesta degradación de la cultura, en relación con los a-dorados años ´60. El crítico norteamericano expresará que la elección de Donald Trump demostró la decadencia del sistema educativo en Estados Unidos. Sin embargo, más que una degradación de la cultura, puntualizó una profunda alteración: “La alfabetización ha cambiado de distintas formas. Con Internet, las prácticas de leer y escribir se han transformado. Hay una forma distinta de mirar y discutir”. Y ejemplificará con el cambio que se ha producido en la forma de ver películas: “En el pasado, mirábamos películas todos juntos en el cine. En la actualidad es distinto. Sin embargo, si bien uno mira la película en soledad, después puede discutir en Internet, incluso con personas de otros países. En ese sentido, el cine sigue siendo un evento social, pero de otro modo”.

Ante otra pregunta del público, Rosenbaum se pronunciará sobre Paterson, la extraordinaria película de Jim Jarmusch que pudo verse en el Festival. A Rosenbaum le gustó mucho la película, en especial la idea un tanto utópica de pensar que todos los norteamericanos pueden llegar a ser poetas. No obstante, manifestó ciertos reparos en el tratamiento de algunos personajes: “Me pareció un tanto snob como trata a los otros artistas que circulan por la película”. En líneas generales, destacó el regreso de Jarmusch a lo simple. “Volver a lo simple siempre es un valor. Porque significa el regreso a la sustancia del cine”, manifestará.

Cuando le pregunten, hacia el final de la conferencia, acerca de sus preferencias sobre cine argentino, Rosenbaum se reconocerá admirador de las películas de Torre Nilson y Lisandro Alonso. Para terminar, sin embargo, citará a otro director y escritor argentino, Edgardo Cozarinsky. La cita le servirá para regresar al principio, a Langlois, y de esa manera sugerir la importancia política de un intercambio secreto: “Los cinéfilos cuando copian un dvd son como los monjes cuando copiaban los manuscritos. Así se mantiene viva la cultura en los tiempos oscuros”.