Ensayo sobre cine y cultura de masas 16 Oct 2016
La Izquierda diario | Diego De Angelis
El cuenco de plata publica "Ensayos sobre cine y cultura de masas", de Siegfried Kracauer.
La repetición continua e invariable de un enunciado atenta contra su eficaz discernimiento. Un enunciado que se repite, por más audaz que sea, pierde la posibilidad de forjar líneas de pensamiento crítico. Enviciado por su mecánica reproducción, se convierte en un enunciado estéril y así pierde el motivo por el que fue pronunciado en primera instancia, de esa manera mal-gasta la contundencia de su emergencia precursora. Probablemente haya sido ese el destino de una de las perspectivas metodológicas más importantes que introdujo el crítico y teórico cultural Siegfried Kracauer, autor de De Caligari a Hitler. Una historia psicológica del cine alemán(1947) y Teoría del cine (1960), dos textos insoslayables de los estudios sobre cine. La perspectiva de pensar cada película, y con cada película el cine en su conjunto, como síntoma social, como detonante de análisis sobre la sociedad y la cultura. La práctica cada vez más soslayada de situar el proceder formal que fundamenta un film en su contexto de enunciación. La vieja idea del crítico de cine como crítico social. Idea subrayada y simplificada hasta provocar en quien la escucha lo que suele provocar lo tautológico: la indiferencia de lo que resulta obvio y por eso inconducente, anacrónico, improductivo.
En este sentido, podríamos decir que Ensayos sobre cine y cultura de masas , de Siegfried Kracauer, reciente publicación de la editorial El cuenco de plata, es ya de por sí una buena noticia. Volver a leer a Kracauer podría ser una oportunidad para revisar y recuperar la capacidad crítica de una relación descuidada: la relación, siempre problemática, entre el cine y la sociedad que lo produce. Volver a considerar al cine a partir de los significados sociopolíticos que su manifestación podría encubrir. Actualizar, en definitiva, un punto de vista esencial de la escritura cinematográfica: ver cine para escribir sobre el orden social y sensible que organiza nuestros movimientos. Escribir, pero teniendo en cuenta, como lo hacía Kracauer, la búsqueda específica del cine por revelar fenómenos no explorados, esa parte de la realidad que el crítico alemán denominaba “realidad de la cámara”. Leer nuevamente a Kracauer aunque más no sea para percibir una vez más las posibilidades de una escritura lúcida y perspicaz.
Ensayos sobre cine y cultura de masas presentará una selección de los ensayos, artículos, reseñas –cinematográficas y bibliográficas- y apuntes teóricos que Kracauer publicó durante el período de posguerra, en las revistas más prestigiosas de Nueva York. Dividida en cuatro partes, la antología comenzará con los primeros textos que Kracauer escribió, seis meses después de su desembarco, sobre el estado de situación de la cinematografía norteamericana. En “Por qué nuestro cine gustaba en Francia”, texto inaugural de la primera parte, Kracauer se preguntará, evidenciando ya el principio rector de sus ideas sobre cine, qué puede aprender un crítico europeo sobre la vida en los Estados Unidos viendo películas norteamericanas. Señalará la sensación de realismo que exhibe, bajo la luz de una primera mirada extranjera, el cine realizado en Estados Unidos, a diferencia de las películas del cine francés, que condenará por su falta de acción y movimiento, por su proximidad demasiado estrecha con el teatro y la literatura, por su enorme distancia respecto con la “vida real”. Una sensación que se irá complejizando a medida que avance su análisis. En “¿Las películas de terror de Hollywood reflejan un estado mental norteamericano?”, Kracauer manifestará que la gran cantidad de películas de terror estrenadas durante ese período expresarían un fenómeno extendido en la sociedad después de la guerra: la permanente sensación de amenaza y angustia sin respuesta aparente. Escribirá también sobre las películas más taquilleras del período, consciente de la naturaleza esencialmente popular del medio del que se ocupa. Analizará films de Wyler y Capra. Pero escribirá también sobre el por entonces nuevo cine italiano, en especial sobre Paisá, de Roberto Rosselini, “uno de los films más grandes que se han realizado jamás”. Según Kracauer, ninguna producción de Hollywood podrá igualar el film de Rossellini en su poder de registro de una experiencia de la vida real no falsificada.
La segunda parte estará dedicada a las reseñas cinematográficas publicadas por Kracauer en diversas revistas de Nueva York, como Partisan Review y Commentary. Allí se ocupará, por ejemplo, de criticar Citizen Kane, la obra maestra de Orson Welles, por su proliferación indiscriminada de artilugios técnicos, que revelarían más un deseo de originalidad que un manejo apropiado de los recursos objetivamente determinados. A su vez, analizará la versión cinematográfica de la famosa novela de Hemingway, ¿Por quién doblan las campanas?, y señalará el problema de las adaptaciones de piezas literarias para el cine. En la tercera parte, consagrada a las reseñas bibliográficas, se referirá a dos antologías publicadas sobre Eisenstein. Libros que le permitirán trazar un recorrido por los cambios que atravesó el pensamiento del gran director ruso.
En la cuarta y última parte, Kracauer apuntará ciertos conceptos teóricos esenciales para el desarrollo de una Teoría del cine, apuntes que luego retomará en sus textos mayores: las diferencias entre la actuación teatral y la actuación cinematográfica, un pormenorizado análisis sobre el abordaje fotográfico y un breve texto anticipatorio sobre las posibles consecuencias de lo que ya en ese momento consideraba como la nueva era de las imágenes. Kracauer advertía como problema lo que en nuestra contemporaneidad resulta evidente: “Estamos inundados de imágenes y al mismo tiempo imposibilitados de percibirlas. Las imágenes, tal como se las presenta hoy, son un velo que nos separa del mundo visible”. Volver a leer a Kracauer podría ser entonces una nueva oportunidad para preguntarnos sobre aquello que las imágenes que nos invaden a diario esconden, detrás de su deslumbrante artificio.