La pasión de Tony Soprano 23 May 2014

Sólo para fans de Los Soprano

ADN | La Nación | Verónica Chiaravalli

Final abierto

 

Al clausurar definitivamente la saga de la familia Soprano tal como los televidentes la conocieron, la muerte de James Gandolfini, ocurrida hace poco menos de un año en Roma, le dio una dimensión inesperada al trabajo de Emmanuel Burdeau, La pasión de Tony Soprano. El crítico francés de cine había escrito en 2010 este breve ensayo centrado en el personaje que hizo mundialmente famoso a Gandolfini. Allí analiza desde una perspectiva psicologista las peripecias que cada semana debía superar el ficticio clan mafioso de Nueva Jersey, y la intensa relación que el público estableció con la tira televisiva. La desaparición de Gandolfini (de la que, por otra parte, los pesares de Tony Soprano parecen un luctuoso presagio: el actor sufrió un infarto, el personaje vivía agobiado por el cansancio físico y psíquico, y por ataques de pánico al borde del síncope), de algún modo también vuelve definitivas las conclusiones de Burdeau sobre la serie. Tal vez por eso El Cuenco de Plata decidió publicar ahora el libro en la Argentina.

Burdeau recuerda que el 10 de junio de 2007 doce millones de norteamericanos -cifra récord de audiencia para un canal de cable- vieron el último episodio de Los Soprano y que ese mismo año el MoMA adquirió para su acervo la serie completa con todas sus temporadas y la revista Vanity Fair la consagró como el mejor programa de la historia de la televisión. El autor no se propone explicar el éxito de la tira pero, al analizar los temas que trataba y el modo en que lo hacía, ofrece algunas pistas. En ese sentido, entre muchas otras cuestiones no menores, resulta clave la manera en que la mafia es puesta en escena. Cercana a la cotidianidad de cualquier persona común y corriente, no se trata en Los Soprano de una organización ni una institución; tampoco es el sino trágico e inapelable de una estirpe, ni una elección de vida entre las tantas que ofrece el sistema capitalista. Los Soprano no son los Corleone, no viven inmersos en una tradición de refinamiento europeo sino en la fealdad práctica que abunda en muchos suburbios norteamericanos. La mafia es para ellos una expresión diaria y prosaica de su manera de relacionarse, dentro de la familia y de la sociedad. Los personajes han dejado de preguntarse hasta qué punto son responsables o incluso culpables de sus actos; cuáles conductas cruzan el umbral del crimen. "Podríamos decir -afirma Burdeau- que se hicieron mafiosos precisamente para no ahondar en el significado de sus angustias o sus pulsiones".

Los Soprano fue una de las primeras series que impulsaron el debate acerca de la decadencia del cine y el florecimiento de la TV. El crítico francés sostiene que es bueno tomar partido en la discusión, pero absurdo intentar zanjarla. "No importa que el cine no siempre nos hable con la claridad que desearíamos: está ahí, nos convoca. Los Soprano lo entendió." Y concluye: "Es como la mafia: nunca demasiado lejos, nunca afuera