Las Hortensias - Comic 29 Mar 2014

Reseña: Las Hortensias, de Renzo Vayra

Los Inrockuptibles | Juan Manuel Domínguez

Renzo Vayra adapta al cómic Las Hortensias, un clásico de Felisberto Hernández y, respetuoso del original, genera efectos insospechados.

 

El uruguayo Renzo Vayra sabe cómo es eso de meterse en obras gigantes, frondosas, tupidas y machetear, sin tocar una hoja, su camino a través de ella: sus Tres cuentos de la selva (2010), tan solo un ejemplo, no eran otra cosas que el proceso de adaptar a Horacio Quiroga a la historieta sin dejar que los dibujos contaminen (o sobreexpliquen) aquello que Quiroga lograba que parezca nuevo, radiante, salvaje y perturbador en su capacidad de generar fascinación (por ejemplo, la recreación documental de los animales). Y Vayra, desde su fundamentalismo por el dibujo y la obra visitada, traiciona a otros adaptadores de cuentos: no busca recorrer con filtro nuevo y hallar extrañas formas dentro de esa frondosidad que es el original. No tiene ánimo de explorador de variantes. Lo que Vayra busca es la ilustración de aquello que cree que es la masa muscular del relato, perderse en las hojas para entender su fuerza: parece obvio, consecuente, pero en realidad en ese proceso genera algo más extraño, decididamente hereje de cualquier fundamentalismo literario o historietístico. Entonces, por ejemplo, su adaptación del personaje pícaro criollo de Serafín J. GarcíaJuan el Zorro, no reniega de la gauchesca. Pero en su estilo de dibujo es donde está la alteración, donde nunca cede al realismo (sí a la documentación, como dijimos) y asume formas más insospechadas, más sutilmente alterativas: allí, su uso del detalle, la línea fina, la construcción de sombras desde la acumulación de trazos, el blanco como presencia constante, los globos de diálogo como formas casi traviesas de diferenciar un mundo del otro, es el contrapunto de la leyenda.

Lo que Vayra busca es la ilustración de aquello que cree que es la masa muscular del relato, perderse en las hojas para entender su fuerza.

Su reciente inmersión en Las Hortensias, del también uruguayo Felisberto Hernández, que mezclaba cierta moralidad masticada y cierta ferocidad a la hora de soltar el yo y crear pesadillas y lujurias aristocráticas, entiende aquello que se respira en este capricho en tercera persona (solía escribir en primera persona) del escritor. El relato muestra la obsesión de un hombre por su colección de muñecotas “un poco más altas que las mujeres normales” y Hortensia es, en ese harén, su favorita y su vértigo (en el sentido hitchcockiano del término más que presente).

Vayra sabe que más allá de su fidelidad penitente a las letras (su libro tal vez sea el que mayor cantidad de texto llegó a tener un libro de historietas en español durante el 2013), los cuentos de Hernández dependen de su capacidad para crear cierta pringosa acuosidad, de la necesidad de ser espesos y palpables, de retener y hacer pulso cierto nervio pesadillesco, prisionero, donde el inconsciente está tan agazapado que sorprende cuando deja sus tremendamente fantasmales heridas. Entonces, la abundancia de texto, la constante acuosidad negra de cada viñeta (no hay fondos blancos prácticamente) y el uso intencional de la pérdida de diferencia entre la tersura de los físicos humanos y los de las muñecas, termina ampliando la oscuridad y el laberinto del original. Vayra entiende, sin necesidad de usar manos de tijera, sus fascinaciones, y la mejor forma de aprovecharlas es profundizándolas.