Discusión sobre el libre albedrío 26 Jul 2012

Discusión sobre el libre albedrío

La Bastardilla | Redacción

 

La editorial “El cuenco de plata”, ha lanzado un título que contribuye a traer otra vez a escena a un autor de inmensa importancia en la historia occidental como lo es (Desiderio) Erasmo de Rotterdam (1466-1536), un título que más bien puede pasar desapercibido dentro de la obra del autor, si bien eso no quiere decir que sea un título “menor”, hablamos de “Conversación o discusión sobre el libre albedrío”.

La edición es bilingüe, por lo que su valor es doble, no sólo se nos presenta un texto difícil de conseguir, sino que también se nos presenta en su original en latín (algo mucho más difícil de conseguir de fuente confiable y fuera de internet) en paralelo con la muy buena traducción de Ezequiel Rivas, quien también está a cargo del prólogo y las notas.

La obra más conocida de Erasmo es el “Elogio de la locura” (“Moriae encomium, id est, Stultiae laus”) que fue editada en 2007 por Colihue en traducción de Martín Ciordia, con abundantes notas y extensa introducción, edición que todavía se consigue en las librerías a un precio que ronda los $62, y es quizás el mejor lugar para entrar a la obra de Erasmo, ya que no sólo es una muestra del genial y exacto estilo del mismo, sino que está lleno de corrosivas críticas políticas a los poderes imperantes en su época a través de juegos retóricos y humoradas de gran refinamiento.

Esta obra que reedita “El cuenco de plata”, “Discusión sobre el libre albedrío”, está escrita en respuesta a Martín Lutero, y aborda el debate candente en aquella época (¿también candente hoy bajo otras formas?) sobre la contraposición entre libre albedrío y gracia divina, un debate que posicionaba a Lutero como defensor de la gracia y, en cierta medida, de la predestinación, y a Erasmo como defensor de una concepción doctrinal que no elimine el libre albedrío, y como partidario de que los fieles traten de aceptar este tipo de paradojas que se le plantean al pensamiento cristiano, una postura bastante adelantada al espíritu general de su época, que nos hace pensar, hasta cierto punto, en autores más modernos, como el danés Kierkegaard y su dialéctica sin resolución.

Si bien el tema parece espinoso, Erasmo es un escritor brillante, y que tiene todo el tiempo la intención de ser claro, marcando siempre que su discusión es pública y que el pueblo en general la está presenciando, es decir, que cualquiera puede leer el texto, más allá de los teólogos implicados en el debate en sí.

El texto se apoya constantemente en los extensos conocimientos del autor en materia de lenguas y literaturas clásicas, así como conocimientos evangélicos (son incontables las citas que utiliza), ya que si un aporte ha hecho Erasmo a la historia universal, es el de investigar profundamente y re-traducir los evangelios, moviendo así la primera pieza de lo que después sería la reforma protestante, por lo que aveces se lo llaman “padre de la reforma”, más allá de que siempre se mantuvo en un lugar pretendidamente neutral, aunque en realidad haya sido más un enemigo interno para la iglesia romana en su forma medieval que para Lutero y los reformistas en general.

La oportunidad de poder leer un texto que confronta el idioma original con la traducción al castellano siempre es digna de aprovecharse, ya que nos permite, aunque sea, bucear en las palabras originales y su sintaxis; en éste caso, un autor como Erasmo sorprende por la justeza expresiva y la gran habilidad retórica, que por momentos deja ver su influencia Ciceroniana, pero que la supera ampliamente en su jovialidad y “buen tono” para tratar el tema del caso, siempre dejándonos con la sensación de que lo que dice es tan atinado que resulta difícil superarlo en razonamiento.