Aquende 22 May 2009

Un autor de culto

El País | Montevideo | J. de M.

 

A Juan Filloy (Córdoba, Argentina, 1894-2000) se lo cita como una rareza por muchas razones, entre otras su escaso interés en promover su carrera de escritor y el que todos sus títulos tengan siete letras. Se sabe que ha influido en Marechal y en Cortázar, que en Rayuela homenajea de modo explícito su novela Caterva. Pero lo han leído muy pocos, aunque es valioso, en especial su poesía.

Según su autor, este libro es una "sinfonía aborigen". Se estructura como una gran pieza musical, que en cuatro suites, dos interludios y un intermezzo, da cuenta de la visión de Filloy sobre los paisajes, las gentes y la historia argentinos. El intermezzo, acaso el punto más alto del libro, es una alegoría de la condena post mortem de los entregadores de la Argentina. Como en el Infierno de Dante, el autor deviene personaje y fustiga a los que, habiendo humillado el pasado de su país, humillan su futuro.

Estos entregadores están condenados a no poder mentir, como hicieran en vida, por lo que solo hablan para emitir con franqueza demoledora el alegato que los condena. La diferencia con la Divina Comedia está en el desparpajo con que Filloy enfoca a los prohombres oficiales de su país, así como también a la religión católica y a Dios mismo.

Filloy utiliza un léxico amplísimo (se ha escrito que es imposible leerlo sin el Diccionario de la Real Academia a mano) en una prosa musical que en muchos de sus tramos es verso libre encubierto. Es una musicalidad casi agobiante, que subraya el concepto de suite: el libro puede ser "escuchado" pieza por pieza, para evitar que el oído se aturda con tanta música.

Este manejo de palabras y sonidos evidencia una fuerte influencia modernista, en la que se incrustan elementos y características propios del siglo XX y sus vanguardias. Pero a diferencia del Modernismo que (a excepción de Martí y de Darío en algunos puntos de su obra), no hallaba materia poética en el paisaje y las gentes de nuestra América, Filloy elige cantarle a la Argentina y sus habitantes. En especial, a los más humildes y trabajadores, como puede verse en "Óigale a esos tauras", "Los arrieros", "El esquife y la jangada" y otros textos de Aquende en los que se exalta a quienes construyen patria con su trabajo por sobre los que la expolian desde el privilegio.