Tan cerca, totalmente otro 10 Dic 2022

La filosofía, en busca del auténtico Otro perdido

Ideas | La Nación | Gustavo Santiago

 

Emulando a Diógenes, que con una lámpara encendida en pleno mediodía buscaba hombres auténticos, o al célebre loco que en la Gaya Ciencia de Nietzsche buscaba a Dios, el filósofo francés François Jullien (Embrun, 1951) sale a la búsqueda del Otro perdido. El carácter a contracorriente –absurdo, y por ello provocador– que en los casos anteriores se evidenciaba con la luz diurna, podría expresarse en Tan cerca, totalmente otro diciendo que esta es, precisamente, la época en la que más acceso tenemos a todos los otros, a todo lo otro. Claro que, como sus precursores, Jullien no se conforma con una versión ligera de la alteridad, sino que espera dar con un Otro auténtico.

La búsqueda del filósofo francés parte de una profunda desconfianza ante la lengua. Como si fueran las palabras y su lógica el primer gran antídoto que Occidente hubiera creado para relegar la otredad. En primer lugar, el filósofo se concentra en los términos “placer” y “goce”. Si de un modo ligero puede suponerse una continuidad entre ellos (y la lengua parece certificar esto habilitando que recurrentemente se los emplee como sinónimos) un abordaje minucioso permite advertir que el goce, lejos de ser solo un grado más del placer, introduce el riesgo del exceso, del desborde, abre “otro mundo en este mundo”.

La desconfianza por los sinónimos se extiende en el libro inmediatamente hacia los antónimos. Cuando lo extraño es forzado a entrar en la categoría de opuesto es asimilado dentro de una lógica de la mismidad y pierde toda su fuerza. Pero, no se trata aquí de una dialéctica al estilo hegeliano donde al buscar lo mismo (en los sinónimos) encontraríamos lo otro y al buscar lo otro (en los opuestos) encontraríamos lo mismo, sino de advertir que lo verdaderamente Otro sigue estando excluido en ambos planteos.

Para hacer frente a este atascamiento del lenguaje, Jullien propone dos operaciones: tomar distancia y fracturar. “No reduciéndose a lo opuesto –escribe–, sino emergiendo en tensión, por distancia y por quiebre, aparece el otro, en la fractura abierta”.

Lo que le añade un atractivo especial a Tan cerca, totalmente otro es que esto no concierne solo a las palabras, sino también a las acciones. Porque en los vínculos con otras personas también sucede que se los suele forzar a entrar en la lógica de lo mismo (o de lo opuesto), sin dejar emerger plenamente su alteridad. Jullien –que también es sinólogo y se ha valido de la filosofía china en sus libros– va a insistir en que esa irrupción del otro puede llevar a retirarme o a intentar asimilarlo a mi propio modo de ser (sin correr riesgos, pero impidiendo el enriquecimiento mutuo), o a asumir el desafío de construir vínculos en los que el estar “tan cerca” no anule lo “totalmente otro” que alimenta la intensidad de toda relación.