Las conciencias refractarias 12 Nov 2022

La conciencia que no se somete

Revista Ñ | Esteban Ierardo

En su nueva contrahistoria de la filosofía, el francés Michel Onfray radiografía una intelectualidad refractaria encarnada de Georges Politzer a Camus y De Beauvoir.

 

Algunos intelectuales eligen convalidar el poder; otros rebatirlo. Y vivir de otra manera. Este es el caso de Michel Onfray, el filósofo francés, autoproclamado “nietzscheano iconoclasta”, entregado a una filosofía que abreva, entusiasta, en el hedonismo, la veneración reflexiva del placer; el materialismo, ajeno a metafísicas grandilocuentes; la preocupación ética; o el roce frecuente con lo polémico. Viva controversia generó en Francia, por ejemplo, el ateísmo de su Tratado de ateología; o su rechazo de Freud como creador de una ciencia psicoanalítica.

Y su mirada inquisitiva sobre la historia de la filosofía tritura convencionalismos; y recupera itinerarios filosóficos generalmente silenciados, ignorados, o poco ponderados. En esa senda, editorial Cuenco del Plata ha publicado, recientemente Conciencias refractarias, Contrahistoria de la filosofía VI, con traducción de Javier Ignacio Gorrais.

Las contrahistorias anteriores del pensador francés recorren las sabidurías de la antigüedad; el cristianismo hedonista; los libertinos barrocos; los pensadores de la Ilustración y su hedonismo y materialismo revolucionario; el eudemonismo social y su búsqueda de la felicidad. Y ahora el último volumen dedicado a las conciencias refractarias, ávidas por romper el cofre de lo correcto.

Durante la Segunda Guerra, frente al naufragio de la racionalidad, y la admisión de la barbarie fascista en sus oscuridades nacionalsocialistas o soviéticas, surgieron conciencias refractarias, espíritus lúcidos e independientes, no sometidos a ningún dogma totalitario. En su nueva contrahistoria de la filosofía, Onfray radiografía una intelectualidad refractaria encarnada en Georges Politzer, Paul Nizan, Albert Camus y Simone de Beauvoir.

Georges Politzer, el primer ejemplo de conciencia refractaria; intelectual judío y comunista que rebatió a Bergson, el filósofo francés consagrado por la academia en su tiempo. Politzer bregaba por una psicología concreta. Acusó al psicoanálisis de sustituir lo real por una retahíla de construcciones intelectuales. Para Politzer, Freud es “partidario de los regímenes fuertes con Césares autoritarios capaces de contener la irrefrenable pulsión de muerte inscripta en lo biológico…’’.

Frente a esto abrazaba una psicología materialista pero que no se ceñía a la anatomía o al sistema nervioso, sino que anclaba en el materialismo dialéctico de inspiración marxista, a la corriente histórica como transformación, cambio y revolución. Pero fue más allá de cualquier determinación materialista porque la psicología concreta gira en torno a un drama que solo se convierte en hecho psicológico al ser formulado en palabras.

 

La oscuridad nazi

Refractario de todo fascismo, Politzer se precipitó en la oscuridad nazi. Luego de la ocupación alemana de París en la segunda guerra mundial, fue capturado, torturado. Fusilado. A su pelotón de fusilamiento le dijo “Los fusilo a todos!”.

Paul Nizan, filósofo, escritor, miembro del partido comunista. Otra conciencia refractaria. Cercano a Sartre: la misma edad, los mismos estudios, proyectos de escritura en común. Sartre escribió el prólogo de su libro Andén Arabia.

Su otro escrito importante, Los perros guardines, fue escrito contra los filósofos idealistas que piensan al hombre desde una generalidad abstracta sin preocuparse de las flagelantes realidades concretas del humano, su miseria material, su enfermedad, guerras, injusticias (aquí de nuevo se critica a Bergson).

Nizan era el marxista que se decepcionó de la Unión soviética; comunista crítico del propio partido comunista que hizo de Nizan un “traidor” porque rechazó la alianza de Hitler con Stalin, en su Tratado de no agresión, de 1939 (luego cancelado, de hecho, por la invasión alemana a la Unión soviética en 1941).

Sartre, el autor de El ser y la nada brilló luego de la guerra; pero Nizan, el refractario, luego de la invasión germana, murió a los 35 años en combate, en 1940. Para Nizan,“la filosofía eterna es una ficción”.

La filosofía de su tiempo se le presentaba como “procedente del alma de los hombres sin carne, sin cuerpo, sin historia”. Frente a esto, Epicuro, el filósofo antiguo del cultivo del placer mediado por la razón y de la preparación para la muerte, lo acercó a una sabiduría práctica y encarnada.

 

Camus, el refractario

Albert Camus es otro refractario. Anarquista desde su juventud; de un socialismo libertario trenzado con la revolución francesa pasando por la Comuna; o la revolución de los republicanos españoles. Discrepó con el Sartre que defendía la violencia.

El autor de El hombre rebelde celebraba un sindicalismo revolucionario contra el sindicalismo autoritario que somete al pueblo y rinde pleitesía a lo soviético. Sobre esto, Onfray observa que “los soviets de los orígenes han dejado lugar a los poderes absolutos del Partido”.

Y el socialismo autoritario “tiene el culto de la libertad ideal; se burla de la libertad real, concreta, pragmática”. Camus se sumó y luego se alejó del Partido comunista; luchó por la descolonización y la emancipación de Argelia. No se dejó embrujar por ninguna voz autoritaria.

Y, al final, Onfray se concentra en las ambigüedades de Simone de Beauvoir y su relación con Sartre. La “pasonaria del existencialismo”; la autora de El segundo sexo y su genealogía de la dominación masculina; la escritora que “hizo de su vida un objeto de exposición permanente”, empeñada en construirse una imagen mítica de sí misma.

Sus ensayos y libros de filosofía se enmarcan en una libre evocación autobiografía. Como en el caso de los hombres, para Beauvoir, la existencia precede a la esencia en las mujeres. Pero esto no inhibe la construcción social y política de la feminidad.

Por eso, Beauvoir atiende a lo que los hombres han hecho de las mujeres, y les imputa un ramillete de adjetivos que se sintetizan en el desdén y la incomprensión. El hombre como la mujer es su existir y su cuerpo; pero “no se nace mujer, se llega a serlo”; se trata de llegar a ser lo que ya somos; pero en la lectura de Onfray de la filósofa francesa, “la historia no es, entonces, sino, la larga sucesión de los mecanismos implementados para asegurar la dominación masculina”.

Así se crean mitos pertinentes de una “empresa de sometimiento”, por lo que “El segundo sexo es, como El capital de Marx, un gran libro de concientización de la alienación…”. Lo refractario de Beauvoir embiste contra los engranajes de la imposición masculina y postula, con toda su carga de provocación meditada, que “no existe el instinto materno”.

El itinerario de Onfray a través de las conciencias refractarias, las figuras del pensar contra lo correcto y esperado.