Anónimo clandestino

En 1912, el historiador y crítico literario Gustave Lanson publicó en la Revue d’histoire littéraire de la France un largo artículo dividido en dos partes y titulado “Questions diverses sur la histoire de l’esprit philosophique en France avant 1750”. Allí se refería a cierto número de manuscritos hostiles a la ortodoxia cristiana archivados en bibliotecas francesas que se habían difundido de manera clandestina antes de llegar, algunos de ellos, a la imprenta en la segunda mitad del siglo XVIII y que, a su juicio, constituían un recurso imprescindible para comprender el origen de las Lumières. Sin saberlo, o al menos sin tener plena conciencia de ello, Lanson abría de esta manera un nuevo rumbo en la historia de las ideas modernas.

La historia de la difusión de este libro reviste una singular complejidad por su carácter a la vez secreto y profuso. Se trata del documento más importante de la cultura clandestina que forjó la ilustración radical de los siglos XVII y XVIII, escrito en un lenguaje extremo y concebido como un compendio de ideas antieclesiásticas y antiabsolutistas. Se trata de una composición anónima, no reticente y ya sustraida por completo a la cultura barroca de la disimulación, collage de transcripciones y glosas de sabiduría libertina en la que es inscripto del “espíritu” del spinozismo con el propósito de obtener una machine de guerre antirreligiosa de autor colectivo (Hobbes, Spinoza, Maquiavelo, Vanini, Tertuliano, Charron, Naudé, Campanella, Pomponazzi...) cuyos nombres, referencias y fuentes son sin embargo cuidadosamente omitidos.

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